¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
La revolución del pesebre
SIEMPRE pensé que ganar la guerra de la Independencia se nos volvió en contra al ir siempre a remolque de una Francia que nos sigue mostrando la matrícula. Admirable Francia por cómo la aman sus hijos, lo orgullosos que están de su tricolor y de su fantástico himno, y también por cómo no se andan por las ramas a la hora de defender lo propio. Y se ha renovado esa conducta en la visita del presidente iraní a París. Rohani creería que ya que el papa Francisco había tapado las estatuas del Vaticano para no ofender a Mahoma y hasta había quitado el vino de la carta, en París pasaría lo mismo. Pero no, pues François Hollande, como en su día hizo Jacques Chirac, dijo que en el Eliseo se come con vino, recomendándole que comiesen en el hotel o en su embajada. Envidia la que despierta Francia a la hora de defender lo suyo. ¿Aprenderemos algún día?
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