¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
La revolución del pesebre
UN andaluz de Granada -el diplomático Ángel Ganivet, desgraciadamente desconocido para el gran público- murió hace poco más de cien años arrojándose a las heladas aguas del río Dvina a su paso por Riga (Letonia). Personaje realmente singular -llegó a ser cónsul español en Helsingfors (actual Helsinki)-, su obra no ha tenido la repercusión que merecía. El mismo Ortega y Gasset llegó a decir de ella, y concretamente de sus dos trabajos más representativos (Hombres del Norte; Cartas Finlandesas), que eran "grandes libros europeos escritos en la mejor hora, cuando el contacto íntimo de unos pueblos con otros tenía todavía la frescura de un descubrimiento". Si me permiten abundar en ello, lean Cartas Finlandesas en la magnífica edición de Nordica Libros, y comprueben cómo no hace tanto, pueblos con los que hoy compartimos moneda nos parecían tan exóticos como los bosquimanos de Botsuana. Porque desde hace apenas unos días, en la pequeña y hermosa república báltica de Letonia, el euro se ha convertido en moneda oficial, sustituyendo al lat, de tan efímera vida. El euro circula desde hace tiempo en Estonia y pronto lo hará también en Lituania. Si hace un par de décadas nos hubieran profetizado que podríamos viajar a esas repúblicas bálticas sin necesidad de pasar por la oficina de cambio, nos hubieran tomado por majaderos.
He tenido la fortuna de visitar Letonia un par de veces, tanto la capital, una bellísima ciudad de origen hanseático, como los bosques de abedules que cubren el territorio. Es muy recomendable, además, realizar la hermosa travesía a Estocolmo en los numerosos barcos que parten de Riga. El país, con una población de dos millones de personas de origen báltico y una minoría rusa que convive sin mayores tensiones, acaba de salir de una crisis descomunal, mayor si cabe que la española. Entre 2008 y 2011 el PIB se contrajo más de un 25% y el paro llegó a alcanzar cifras mediterráneas. La situación, no obstante, y como resultado según los economistas más ortodoxos de las duras medidas de ajuste tomadas en su día (¿les suena?) se está revirtiendo aceleradamente. En 2012 ese PIB se incrementó un 5%; y en 2013 y 2014 se puede superar esa cifra. El desempleo se ha reducido hasta el 10% -bien es verdad que los salarios también lo han hecho en una proporción similar-, y el futuro más inmediato parece brillar moderadamente a orillas del Báltico. Si ya no es necesario siquiera comprar lats, es muy posible que haya llegado el momento de volver a pasear por el centro de Riga, sentarnos a tomar un café en alguna de sus plazas y dejarnos llevar ante la contemplación de tanta belleza.
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