Antonio / Sempere

Goces

Visto y Oído

12 de enero 2013 - 01:00

M I reino por un caballo y Repor emitieron sus primeras entregas del año. Mi fidelidad hacia ellos me llevó a disfrutarlos aunque las horas de salir al aire fuesen completamente extemporáneas. El Reino de Arantxa Vela Buendía salió a la 1.20 de la madrugada por La 2. El Repor de Gemma Soriano asomó en La 1 a la 1.45. En ambos casos hablo de primeros pases en sus respectivas cadenas. De emisiones de estreno. Lo cual invita, como mínimo, a alguna reflexión. Cuando así sucede, por algo será. Que la única revista dedicada al teatro en todas nuestras televisiones se emite a las tantas de la madrugada y el programa de reporterismo de investigación sobre asuntos públicos (no sobre historias del corazón) es un hecho muy significativo. Cosas de la oferta y la demanda.

Me dirán que son rituales de teleadicto, pero a mucha honra. Cómo los disfruté, sin recurrir al truco de la televisión a la carta, a verlos, haciendo trampa, en otro momento. Como el futbolero fiel a su equipo o el monje que cumple con sus laudes al principio de la jornada. Mi reino por un caballo presentó a Juan Diego en La lengua madre. Y menos mal que ya había visto la función en el Teatro Principal de Alicante, porque el reportaje 'destripó' demasiadas cosas, demasiados juegos de palabras en los que se sustenta el texto de Millás.

Repor, titulado Aterriza donde quieras, hincó el diente a los aeropuertos infrautilizados. Cuarenta de los cincuenta que funcionan en nuestro país son deficitarios. Y en algunos como los que mostraron en el programa, los únicos que se acercan a sus cafeterías, son los que trabajan allí. Para nadie. Sólo (qué importantes las tildes en este caso ¿no?) por esta madrugada el 8 de enero fue mucho mejor que el 1. Televisión mediante.

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