En tránsito

eduardo / jordá

Opresores y oprimidos

VIVIMOS en una sociedad tan infantilizada que se les hace creer a los escolares que basta con soltar globos en el patio para "luchar" de forma eficaz contra el hambre en el mundo. Y de un modo u otro, esa visión bobalicona de la vida está contaminando nuestra forma de enfrentarnos a los problemas. En Cataluña, por ejemplo, hay independentistas -muchos, muchísimos- que creen que la independencia es algo tan sencillo como cambiarse de operador de telefonía móvil. Y otros independentistas que se supone tienen más conocimientos te dicen que les asiste el sagrado derecho de autodeterminación. Según el derecho internacional, el derecho de autodeterminación sólo puedo aplicarse a los pueblos colonizados por una potencia colonial o por otro país opresor. Y en este sentido, Cataluña debe de ser el pueblo colonizado más extraño del mundo, ya que su "oprimido" presidente de la Generalitat -así como 55 altos cargos de su gobierno- cobran casi 60.000 euros más que el "opresor" presidente del Gobierno español que pisotea sus derechos. Pero todo esto da igual. Digas lo que digas, es imposible convencer a los independentistas.

En los tiempos de las luchas de los negros por los derechos civiles, en el sur de los Estados Unidos, le preguntaron a William Faulkner qué opinaba sobre la segregación racial que obligaba a los niños negros a estudiar en escuelas diferentes de los niños blancos. Y Faulkner contestó que la comunidad blanca tendría que aceptar a los niños negros en las escuelas, porque hacer lo contrario sería "como vivir en Alaska diciendo que uno no soporta la nieve".

Hoy por hoy, y salvando todas las distancias -que son muchas-, nos pasa lo mismo con el problema del independentismo catalán. Por mucho que rechacemos los argumentos engañosos de los independentistas, no tenemos más remedio que intentar llegar a un acuerdo que evite una catástrofe social. En toda España hay mucha gente interesada en desmontar el régimen de la Transición, y aunque esa gente se oponga intelectualmente a la independencia catalana, la defenderá porque sabe que contribuirá a destruir el orden actual (y poco le importa a esa gente que la independencia catalana la tenga que pagar toda la sociedad, aquí y allá, con un nuevo empeoramiento de las condiciones de vida). Por eso mismo, si somos inteligentes, el Gobierno central tendría que llegar a algún acuerdo con ese presidente "oprimido" que gana casi el doble que su opresor.

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