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DERBI Joaquín lo apuesta todo al verde en el derbi

Orgullo

Identificar todos los colores con todas las opciones amatorias me parece un descubrimiento que ni la gravedad

Sevilla es una ciudad over the rainbow , Dorothy no ha tenido que dejar su Arkansas, o Triana o Los Bermejales, para saber que el Mago de Oz es una ilusión que hay que trabajarse mucho. Supongo que a estas alturas muchos sabrán que si la maravillosa bandera arco iris es el emblema de la lucha por los derechos de libertad sexual o sexualidades fuera del corsé del heteropatriarcado -quien encuentre otra definición me la haga llegar, soy de las que aprende o lo intenta- es porque coincidió el ataque y reacción contra Stonewall con el entierro de Judy Garland. La vida hace maravillas aunque no sea siempre maravillosa. Que esa coincidencia de dos dolores, porque ambos lo fueron, rompiera en una paleta de todos los colores en algo feliz, o al menos a mí me lo parece. Si el escritor -al que adoro- Óscar Esquivias es un adicto a la pareidolia -o séase, ver caritas o imágenes que no están pero se perciben-, la idea de identificar todos los colores con todas las opciones amatorias me parece un descubrimiento que ni la gravedad. O al mismo nivel, vayamos a no ser exagerados. Hay quien deplora la quiebra del mundo natural, dicen, el suyo para entendernos, como si las personas no tuvieran el don de nombrar el mundo precisamente. Como si el principio de todo no fuera el verbo. Algunos episodios verbales y hasta físicos -el niño muerde al perro- nos pueden alertar sobre que esa normalidad de tolerancias y convivencias a la que aludo pudiera estará amenazada, pero la mayor amenazada eran el silencio, la vergüenza, el miedo. Los susurros a la espalda, la identidad usada como insulto, las estrellas amarillas de las predefiniciones. No creo que nadie tuviera que anunciarles a sus padres su heterosexualidad, sin ir más lejos. En todo caso, presentarle a su novia o novio si era de los partidarios de la promiscuidad familiar. Y sin embargo, cuántas criaturas han tenido que tragar quina antes de decirle a la abuela que su chica no se llama Puri, sino Manolo y que, aunque se depila prefiere no tocarse las ingles. Este mes del orgullo la bandera de todos los colores nos presagia que tantas etiquetas nos deben llevar a ninguna etiqueta. Se me levanta el alma, como dice una copla, cuando veo esa bandera ondear y mira que soy poco exaltada con la quincallería de tela y otros adminículos identificatorios. Es difícil de entender que quienes han de defender los valores democráticos admitieran, el año pasado, una denuncia de los totalitarios para evitar que el arcoíris se uniera a la piel de la ciudad, a su NoDo donde cabemos todos. Es curioso la piel tan fina de algunos con los símbolos de libertad y, sin embargo, la muy laxa lectura del carácter no confesional de la Constitución. Desde el rojo al morado defendamos la luz y cantemos. Y gracias, María del Monte, por ser la pregonera este año de una fiesta que, como tú, siempre habla de amores. En plural.

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