La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La intimidad perdida de Sevilla
ACABA de cumplir un año en antena, es el único programa dedicado monográficamente a abordar las actividades de la Jefatura del Estado, y sus hacedores están muy satisfechos por la fidelidad profesada por los espectadores a los 47 programas emitidos hasta la fecha. Se trata de Audiencia abierta. Si existe un espacio institucional, sin duda que éste reúne todos los requisitos. Aquí no hay una voz por encima de otra. Ni una opinión discrepante. Bueno, tampoco es que se trate de un programa que permita la opinión. Se trata, más bien, de un publirreportaje, muy bien hecho, sobre la agenda de la Corona. Una institución tan movidita vista navegando en otras aguas. Una institución que es una balsa de aceite cuando la miramos a través de los ojos de quienes realizan Audiencia abierta.
Llamó la atención, cuando el programa era un bosquejo, allá por el verano de 2012, conocer la nómina de profesionales de la casa que se iban a hacer cargo del proyecto. Sólo faltaba Alicia Gómez Montano para que ahí estuviese, prácticamente íntegra, la plana mayor de quienes hicieron durante su penúltima etapa Informe semanal. Gentes de la talla de Jesús Jiménez Pons, Cándida Godoy (aquí subdirectora), Zulema Larripa, Ana Medina, voces tan familiares, periodistas de tantas noches y de tantas cenas. Sin conocerles, sin haberles visto en mi vida, puedo asegurar que las reconozco apenas les escucho una sílaba, y que a estas alturas ya se ha establecido un vínculo que perdurará siempre. Debe ser un remanso de paz la redacción de Audiencia abierta. Mientras en otras se pelean por la ídem, y si hay que dar navajazos se dan.
El director no es otro que Miguel Ángel Sacaluga. Menuda jubilación dorada.
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