Recios villancicos nuestros

Recia sabiduría popular de quienes celebraban la Navidad expresando la dura realidad que soportaban

23 de diciembre 2022 - 01:46

Amo la Navidad sentimental anglosajona, de los cuentos de Dickens a los dibujos de Norman Rockwell, de Bing Crosby cantando White Christmas a Capra y su ¡Qué bello es vivir! Pero nunca debería desplazar la recia y realista Navidad popular nuestra cuyos villancicos eran un compendio de esa sabiduría que solo puede enseñar la vida con todas las necesidades y fatigas que las gentes del pueblo pasaban.

Ofrecían nuestros villancicos un nihilista existencialismo popular digno de que lo cantaran Jaspers y Camus con pandereta, zambomba y botella de aguardiente: "La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va, y nosotros nos iremos y no volveremos más". Una denuncia de la marginación, la exclusión y la pobreza ensombrecida por un crudo naturalismo y un negro pesimismo social digna de que la cantaran Zola y Gorki vestidos de pastorcitos: "A tu puerta está un Niño / más hermoso que el sol bello, / y dice que tiene frío / y el pobrecito está en cueros. / Anda y dile que entre, / se calentará, / porque en este pueblo / ya no hay caridad, / y nunca la habido, / y nunca la habrá"; al que se puede sumar el villancico del posadero sin entrañas: "Yo no doy posada, / a las dos de la noche, / a mujer embarazada. / Si traes dinero, / toda la casa es tuya, / pero si no lo traes, no hay posada ninguna. / La Virgen al oír eso, / se cayó desmayada, / y San José le dice, levanta esposa amada".

Ofrecían la revolución y el castigo de los plutócratas explotadores como si los cantaran Marx y Engels vestidos de pajes de los tres líderes carismáticos Lenin, Stalin y Mao -no por supuesto de los tres reyes, por magos que fueran- siguiendo una estrella roja: "A la puerta de un rico avariento / llegó Jesucristo y limosna pidió / y en lugar de darle una limosna / los perros que había se los achuchó / y Dios permitió / que los perros al momento rabiaran / y el rico avariento pobre se quedó". Ofrecían sanos consejos para desterrar malos hábitos alimenticios que perjudicaban a la infancia como si estuvieran inspirados por pediatras y nutricionistas: "La Virgen va caminando / en la mula de los moños, / y San José va detrás / dándole al Niño madroño. / Madroños al Niño no les demos más / que con los madroños se va a emborrachar".

Recia sabiduría popular de quienes celebraban la Navidad expresando, como en Semana Santa hacían las letras de las saetas, la dura realidad que soportaban.

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