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Crónica Personal

Con o sin el Rey

Sánchez, Casado y sus equipos están muy por debajo de lo que se exige a quienes ostentan los cargos que hoy ocupan

Desde tiempo inmemoriales, el Rey ha entregado los despachos a los nuevos jueces, en una ceremonia organizada por el CGPJ. En Barcelona, sede de la Escuela de Práctica Jurídica. Así ha sido hasta que en el 2020, con las invitaciones enviadas, en las que se recogía que la ceremonia sería presidida por Felipe VI, el Rey fue vetado por el Gobierno. El Gobierno no autorizó la presencia del Rey porque así lo exigieron los independentistas, con los que aquellos días negociaban el apoyo a los Presupuestos Generales del Estado, y estaban además cegados de ira por la previsible sentencia de inhabilitación del entonces presidente de la Generalitat, Qim Torra.

El CGPJ está empeñado en que este año no repita esa situación, y reitera que D. Felipe presidirá el acto. En Barcelona. Queda por tanto la pelota en el tejado del Gobierno, a ver si es capaz de reiterar su falta de respeto al Rey y a la Corona, anteponiendo sus conveniencias políticas a lo que marca una tradición que tiene casi carácter de ley. Y tendrá que demostrar también Pedro Sánchez que tiene voz propia, criterio propio, y no se deja comer el terreno una vez más por su socio de gobierno, Podemos, y por los independentistas de los que depende su continuidad como presidente.

A Pedro Sánchez se le llena la boca defendiendo la Monarquía y a Felipe VI pero, a la hora de la verdad, falla con frecuencia en su lealtad a la Institución y al jefe del Estado, aunque como presidente del Gobierno está más obligado que nadie. Lanza vetos, prohibiciones y promueve ausencias. La lista de descortesías y faltas de respeto es larga, y sería intolerable que de nuevo prohibiera el Rey a acudir al acto de entrega de despachos a los nuevos jueces para contentar así a quienes desde dentro y desde fuera del gobierno no acatan la Constitución.

Esta peripecia, triste y preocupante peripecia, transcurre cuando Gobierno y PP viven una confrontación absolutamente impropia en quienes mandan en el gobierno y en la oposición. No se puede consentir que una institución como el CGPJ esté a medio gas porque unos y otros no dan su brazo a torcer en sus exigencias y bloquean su renovación. Son tan culpables unos como otros. Tanto Sánchez y su equipo, como Casado y su equipo, están muy por debajo de lo que se exige a quienes ostentan los cargos que hoy ocupan. Y que más pronto que tarde dejarán de ocuparlos como sigan actuando como niñatos irresponsables que miran por sus intereses sin tener en cuenta los intereses de los españoles.

Quedan dos meses por delante para que se celebre el acto de entrega de despachos a los nuevos jueces. Tiempo más que suficiente para que Sánchez y Casado lleguen a algún acuerdo y dejen de provocar vergüenza ajena por su falta de sentido de Estado.

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