De cómo Schumacher embarró un enorme partido

La salvaje acción del portero alemán sobre Battiston ennegreció un gran acontecimiento

26 de abril 2020 - 03:03

Con la cuarentena de sólo quince días a punto de triplicarse y sin que le veamos la fecha de caducidad al tormento sigamos apelando al manido recurso del recuerdo. Y con la tele vehículando hasta nosotros un fútbol que ahora parece más vivo que nunca, toca recordar uno de los partidos más vibrantes que vivimos in situ. Es el de la semifinal de nuestro Mundial en Nervión y que libraron Alemania y Francia bajo un calor africano.

Noche de julio de hace treintaiocho años, partía la Alemania de Jupp Derwall como favorita indiscutible ante una Francia que se basaba en un centro de campo inmenso. Tigana, Genghini y Giresse contaban con la excepcional ayuda de Michel Platini, mientras que Stielike ordenaba a la Mannschaft como último hombre y quedaba en conserva Rummenigge por si hiciera falta echar mano de él, y vaya si hizo falta que el vigente Balón de Oro saltara a solucionar cosas.

Esa noche fue una constatación de aquello de que al fútbol juegan dos equipos y siempre gana Alemania. Francia fue mejor, pues supo detener las embestidas de Briegel y esconderle el balón a unos rivales que se llevaron persiguiendo sombras durante mucho partido. En la prórroga se puso Francia 3-1, pero salió Karl Heinz Rummenigge y todo cambió. Los penaltis jugaron a favor de Alemania y serían los que librarían la final contra la Italia de Sandro Pertini y Paolo Rossi.

Aquel partido tan recordado tuvo un episodio que lo embarró y fue la criminal acción de Harald Toni Schumacher sobre el girondino Patrick Battiston. Una entrada al borde del área que nos sobrecogió a todos menos al holandés Charles Corver, árbitro del pleito, y al propio Schumacher, que ni siquiera se interesó por su víctima. Ese lance quedó impune en el acto, pero perdura en el tiempo como una de las salvajadas que, de vez en cuando, ocurren en un partido de fútbol.

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