La ciudad y los días

Carlos Colón

¿Sevilla será Chiringuito City?

Esperemos que el Ayuntamiento haga respetar el precioso medidor de la calidad de vida que es el silencio

El lunes, abrumado por la invasión en las playas y otros lugares de recreo y descanso de esa música machacona de origen sobre todo latino fusionada con lo peor de cada casa de la aldea global, escribía aquí que el invierno ofrece refugios más seguros y trincheras más sólidas contra la estupidez, la grosería y la basura. Y al día siguiente los compañeros Daniel Peña Roldán y N. Núñez nos atizaban este terrorífico titular: "El Ayuntamiento estudia si permite la música en los veladores después del verano". Lógicamente han saltado las alarmas. Especialistas en medio ambiente, la Plataforma por el Derecho al Descanso y hasta el la Oficina del Defensor del Pueblo Andaluz han alertado sobre los efectos de una interpretación permisiva por parte del Ayuntamiento del decreto de la Junta.

Supongo que a las playas las van a rematar. La tarde del mismo día que escribí el artículo sobre la necesidad de un muro sonoro contra la música basura bajé a la playa. Y tuve que andar y andar para esquivar los chiringuitos que no sólo ponían esos ritmos tecno-tribales a todo volumen, sino que incluso tenían sus altavoces vueltos hacia la playa para mayor deleite de quienes, en vez de huir, pegaban sus sombrillas al estruendoso local como si fueran moscas y la música basura fuera miel (o una materia orgánica más pestilente).

Lo que nos faltaba es que Sevilla fuera una ciudad chiringuito. Los vecinos que sufren o han sufrido bares ruidosos, coches-discoteca y movida saben hasta qué punto su hogar puede convertirse en un infierno. Y debería alertar lo dicho en la información de los compañeros por el abogado Joaquín Herrera (el nuevo decreto "no preserva el respeto de precaución y cautela", "no ayuda a un desarrollo sostenible" y "va a provocar una gran inseguridad jurídica") y por la Oficina del Defensor del Pueblo Andaluz (es "menos garantista para la protección real y efectiva de los derechos constitucionales de la ciudadanía que la actual normativa").

El escenario de las decisiones municipales es igualmente preocupante. Vivimos de lo que vivimos. La presión turística, festiva y hostelera es la que es. Muchos de nuestros convecinos tienen los gustos que tienen. Y música basura, griterío y ruido son, para muchos, parte esencial de la diversión. Esperemos que las decisiones respeten el derecho al descanso, la paz y ese preciosísimo medidor de la calidad de vida que es el silencio.

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