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El Sevilla, cabeza de turco

COMO escribía Eduardo Florido, el 9 de diciembre de 2014 se denunciaron ante el Comité Antiviolencia insultos graves en cinco partidos -Real Madrid-Celta ("Messi, subnormal", "puta Barça y puta Cataluña"), Deportivo-Málaga ("Atleti mierda", "Tino cabrón") o Barça-Espanyol ("Puta Espanyol", "Odio Espanyol")- siendo duramente castigado por cánticos similares sólo el Sevilla. Las no deseables expresiones malsonantes y maleducadas siempre han formado parte, como desahogo, del fútbol. Eso que se llama catarsis o expulsión incruenta de los malos humores a través de la participación emocional en una representación o espectáculo. Los insultos liberadores existían cuando el fútbol era más amable y no había ultras radicales ni violencia de por medio, sólo hinchas como López Vázquez, Gómez Bur y Tony Leblanc en Tres de la Cruz Roja o Pepe el hincha -el entusiasta seguidor del Pedrusco F.C.- que creó Peñarroya para el Tío Vivo y se desgañitaba gritando a árbitros y rivales insultos que, por tratarse de un tebeo, solían ser "¡berzotas!", "¡batracio!" o "¡besugo!".

Para mí, que no soy aficionado aunque si lo fuera sería sevillista, hay otro asunto aún más escandaloso que esta manifiesta y ofensiva injusticia en el trato al Sevilla: el hecho de que insultar u ofender a Cristiano Ronaldo se considere mucho más grave que hacerlo al himno nacional y al Rey. Es más, para muchos pitar al himno y la bandera ni tan siquiera es grosería o insulto sino uso de la muy democrática libertad de expresión. A lo que añaden que estos pitos nada tienen que ver con la expresión y el fomento de la aversión o hasta el odio a la nación y a sus símbolos constitucionales. Y se quedan tan tranquilos. Por lo visto ninguna afición ofende en este país, sólo la sevillista a la que se le grita impunemente en otros campos "sevillanos: yonquis y gitanos" o "ea, ea, Puerta se marea". Pero esto, al parecer, no son gravísimos e incluso inhumanos insultos.

Queden pues impunes los insultos y hasta, por desgracia, los muertos en otros campos. Y sirva de cabeza de turco el Sevilla, que para eso está. En cuanto a sus aficionados, con los biris a la cabeza, que aprendan a gritar "¡sapristi!", "¡berzotas!", "¡batracio!", "¡cáspita!", "¡recórcholis!" o "¡caracoles!". Y aun así háganlo encomendándose al padre Pérez Estudillo, no vaya a ser que les sancionen por proferir tan graves insultos .

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