En estos días en los que mayo ya no marcea sino que bien mayea, y ya hace la calor, leo y bailo por la casa un disco que es un libro y un libro que es un disco, La raíz eléctrica, del músico, compositor y antropólogo Raúl Rodríguez. De esta obra completísima hoy se me cuela en la columna un verso, "Soy un turista al revés", que le usurpo y hasta malverso, y le saco el zumaque a uno de sus posibles sentidos. Un "turista al revés" significa muchas cosas, a cual más interesante. Todo turista, en el sentido estricto (liberal) del término -una misma la primera, si turisteara-, es miope y transita por una ruta prevista y segura: así es imposible palpar la verdad de un lugar. En ciudades turísticas como la nuestra, hay dos mundos paralelos que coinciden sin mezclarse: la de las gentes del lugar y la del turismo. Cuando lo interesante es el cruce y su azar. Sólo es posible cruzar de veras las puertas de una ciudad de mano de sus gentes.

Ahora, que ni vienen turistas ni es posible irse a hacer el turista por ahí, y que muchos bares y el Ikea están chapados, todas las gentes de Serva la Bari podemos -o podríamos, conjugo en condicional- tener la ocasión de visitar en exclusiva "uno de los mejores destinos del mundo" según el New York Times. Hay mucha prisa en pasar fases y volver a ser libres, pero se conoce que no es para abrir lo primerito museos y enclaves históricos. Pervirtiendo los versos del apócrifo machadiano, "Sevilla para los sevillanos" (en vez de "Sevilla sin sevillanos") es una maravilla efímera que ha brotado de un cataclismo. Pasear las gentes de Sevilla por el Alcázar, visitar tranquilamente los museos, disfrutar del patrimonio histórico, ser visitantes de nuestra propia ciudad es algo que podría potenciarse ahora, por fin no enfocado primeramente a turistas, sino como algo nutricio y para el disfrute de las gentes de toda la ciudad. ¿Acaso hemos visitado los sevillanos la Giralda?, ¿y el Museo de Arte Contemporáneo?, ¿cuántos hemos bajado a las catacumbas del Salvador? En esta semana, en la que se ha celebrado el Día de los Museos, he intentado informarme en internet de la apertura del de Bellas Artes, y de La Caridad, también del Alcázar y de otros espacios que quiero revisitar sin prisas ni hordas de turistas apurándome el paso. No ha sido fácil. He localizado algunas noticias en las que, con la boca chica, se anuncian aperturas progresivas en junio o expectativas de abrir este lunes. Cuando abran los centros comerciales seguro que nos lo contarán a bombo y platillo. Los museos y el patrimonio monumental y cultural de Sevilla ha de ser un bien nutricio que acercar y dirigir en primer lugar -y ahora casi exclusivamente- a los habitantes de la ciudad. Veremos si es así.

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