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En una razia arqueológica por Youtube tropezamos con una pequeña joya, el vídeo de La evolución de las costumbres, del grupo musical La Mode. Se grabó en 1986, durante el periodo en el que ya no estaba como solista Fernando Márquez, El Zurdo, que fue sustituido por Daniel Ballester. Aunque la canción es hoy considerada como "uno de los mejores temas del dark wave hecho en España" (así opina, al menos, Hermano Temblón, blog de música, tecnologías, poesía y cerveza fría), lo cierto es que aquel último trabajo de La Mode pasó sin pena ni gloria para la gran mayoría, quizás porque la ausencia de Fernando Márquez (personaje carismático donde los haya) le restaba interés previo.

Pese a que la letra de La evolución de las costumbres se coloca en la estela de la literatura distópica, con una visión sombría y agorera de la modernidad (Son los tiempos modernos/ que nos toca vivir,/ se aplazó el sueño eterno,/ es mejor no reír), lo cierto es que en aquellos años, tanto el grupo La Mode como las juventudes que lo escuchábamos, no podíamos esconder la excitación que nos provocaba todo aquello que se consideraba moderno, bien fuese un libro de la colección Contraseñas, un número extraordinario de la revista Cairo (con el gran Ramón de España a todo trapo), un documental sobre Mishima o un LP de Radio Futura. Todavía habitábamos tiempos analógicos, y los relatos y canciones sobre robots y el peligro amarillo eran simples divertimentos. Hoy, sin embargo, deben ser los años, no podemos evitar identificar la modernidad con una enorme estafa que nada tiene de aquella alegría frívola y pop de los ochenta, los años en los que soñábamos con enfermeras japonesas y paisajes de línea clara. Poblamos una modernidad cada vez más deshumanizada y fea, en la que da franca pereza vivir, aunque todavía uno puede encontrar la redención en el arte. No hace mucho también nos salió al encuentro una película de animación que nos conmovió: La colina de las amapolas, una sencilla y bonita historia de amor entre dos adolescentes que, en el Tokio desarrollista previo a las Olimpiadas de 1964, luchan por salvar un viejo y polvoriento edificio de la piqueta. Casualmente, unos días antes, un buen amigo nos recordó el filme El último caballo, en el que Fernando Fernán Gómez interpreta a un soldado de Caballería que quiere salvar a su equino, condenado a una atroz muerte de matadero por la mecanización del arma. Hay una escena en la que el protagonista levanta su vaso y dice: "Brindo por el mundo antiguo". Ahí va también nuestra copa, y que le den a los tiempos modernos.

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