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Francisco Correal

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Vómito de niebla y fastidio

La elección de Glasgow para la Cumbre del Clima suena a guiño al destierro de Cernuda

La elección de Glasgow para la Cumbre del Clima parece un guiño macabro a la descripción que de la ciudad escocesa hizo Luis Cernuda, destino de uno de los lugares de su destierro. "Vómito de niebla y fastidio", así definió a la urbe escocesa, la Ciudad Caledonia de las páginas de Ocnos, con esas "fachadas rojas manchadas de hollín".

Según la premiada biografía de Antonio Rivero Taravillo, Cernuda llega a Glasgow en enero de 1939, todavía en los estertores de la Guerra Civil española. Permanece allí hasta 1943. Como había mucha industria pesada, fue objeto de los bombardeos de la aviación alemana, con lo que el poeta de la calle Acetres vivió allí el tránsito de la Guerra Civil a la Segunda Guerra Mundial, de la que aquella, según muchos especialistas y testigos, Chaves Nogales entre ellos, no fue sino un triste, dramático y larguísimo laboratorio.

La elección de Glasgow para la cumbre del Clima, con las ausencias de Rusia y China (que es como si el Vaticano faltara a una cumbre sobre Exorcismo) y el sueño beatífico de Joe Biden, da a entender que ocho siglos después de la descripción de Cernuda, Glasgow ha mejorado mucho y el mundo ha empeorado. El termómetro del clima no está ahora en la cumbre de Glasgow, sino en Cumbre Vieja, esa llamarada permanente que ha vuelto a vaciar los colegios de la isla de La Palma por su aire irrespirable.

En Escocia da la sensación de que Glasgow se quedó con la industria y el hollín y Edimburgo, con la cultura, la historia y la belleza. El Celtic de Glasgow ganó la Copa de Europa en 1967 y fue la ciudad en la que el Madrid ganó la quinta y la novena, que suenan a sinfonías de Beethoven, en 1960 y 2002, respectivamente. La primera, con Cernuda ya exiliado en México, país donde encontró los mejores antídotos para la niebla y el fastidio; la segunda, en el centenario del nacimiento del poeta, hijo del mismo año que vinieron al mundo Rafael Alberti y el Real Madrid.

"Esta ciudad ha sido cárcel tuya varios años", escribe Cernuda de la Glasgow en cuya celda metafórica escribió Ocnos, la cumbre más alta de la prosa poética en castellano. "Toda idea del edén es simple; si no, no sería edén", dice Jaime Gil de Biedma en el prólogo de Taurus. Porque las ideas "sean simples o complejas, son siempre genéricas y, en tanto que tales, pueden hacer a la literatura de creación más daño que un buey en un tejado". Por eso hay tanta niebla y fastidio en la última literatura española, que se pavonea en las solapas de sus libros de este buenismo de deshollinadores de una nueva Mary Poppins.

La segunda parte de la Cumbre de Glasgow tendrá lugar en el puente de la Inmaculada, cuando visite el estadio del Celtic el Real Betis Balompié. Cernuda cumplió en esa ciudad los 40 años de Joaquín, el paisano de Alberti. Llegarán los abanderados de Palmerín de Inglaterra, personaje de uno de los libros que el cura y el barbero salvaron en el donoso escrutinio. Ocnos se salvó de la niebla y el fastidio, esa contraseña poética del cambio climático, el humo de las fábricas de Dickens.

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