El acompañante de las cruces de guía

La aldaba

Hoy se echa de menos ese estilo propio de Jesús Martín Cartaya, que disfrutaba con los detalles más allá de los pasos

Las paellas en el antiguo comercio de Derby

Héroes contra las pintadas en Sevilla

Jesús Martin Cartaya.
Jesús Martin Cartaya.

15 de abril 2025 - 04:00

Hay un estilo de ver cofradías que resulta casi impracticable en la Sevilla de hoy, con las calles que en días sin lluvia padecen el colesterol de las sillitas y el virus de la incapacidad para convivir en un mismo espacio público aplicando la cortesía de dejar pasar porque al día siguiente será usted el que pida que le hagan hueco. Ocurre también que somos más, muchos más. Tanto en el público de masa como en esos cortejos que se han disparado de nazarenos. Ese estilo era aliado de lo que ahora se llama movilidad y que permitía ir a la búsqueda de los pasos sin molestar a nadie. Con muchas de las calles literalmente colmatadas parece una aventura eso de remontar una cofradía, pues el público actual es mayoritariamente estático, sedente, inexplicablemente parásito en los casos de cientos de jóvenes. Quizás por una combinación entre el confort, la falta de criterio y el desconocimiento de opciones mucho más atractivas que estar sentado en el bordillo de una acera o arrullado en un portal rumiando pipas. Recordamos hoy más que nunca a un señor que sabía ver cofradías, tanto esperarlas como acompañarlas.

El inolvidable fotógrafo Jesús Martín Cartaya (1938-2024) era todo un ejemplo en el saber estar en la calle los días de Semana Santa. ¡Cuánto le gustaba a Jesús acompañar a la cruz de guía de Los Estudiantes en su silencioso avance por Castelar y Gamazo! Sabía sacarle toda la belleza al inicio de un cortejo en silencio, se recreaba con la cámara, con la mirada, con ese apreciar cómo el público se iba ahormando a la cofradía que comienza a pasar. Nunca molestó a nadie ni al pedir paso, ni al captar imágenes. Cultivaba esa vieja afición de buenos cofrades de ir solo, sin más compañía que su fino criterio de sabio observador. Daba importancia a las cruces de guía como a las comitivas del preste. Sabía sacar el jugo exquisito de las buenas cofradías más allá de los pasos. Porque Martín Cartaya no salía a ver pasos, sino a contemplar cofradías. Hoy lo vemos a esa primera hora de la tarde a la búsqueda de la de la Universidad, cuando rugen las máquinas de café para exaltar el ánimo, que el día será largo y la noche interminable en la lonja. La cofradía sale ahora más tarde, en un horario aliado de su estética. También la Semana Santa ha cambiado y resultan más difíciles esos hábitos tan genuinos. ¿Quién tiene hoy el paladar para acompañar a una cruz de guía? A Martín Cartaya le gustaba por encima de todo la ciudad misma en todas sus expresiones. Tenía una visión global, mucho más allá de las cofradías. Hoy se le echa de menos. Tenía eso tan difícil de lograr: el estilo propio.

stats