El bus número 30

Editorial

25 de febrero 2009 - 01:00

HACE ocho años que los autobuses de Tussam dejaron de circular por el Polígono Sur ante la situación de inseguridad en que los conductores desarrollaban su trabajo, ya que los vehículos eran apedreados y los pasajeros, intimidados por indeseables que consiguieron su propósito de dejar aislado el barrio que simboliza la marginalidad y el triunfo de la barbarie: una parte de la ciudad donde no imperaba la ley, o más bien otro tipo de ley, la del más fuerte, como en la selva. Por eso, la reinstauración de la línea número 30 entre todas las de Tussam casi un decenio después es el símbolo de la recuperación de todo lo que se perdió entonces y una unidad de medida de cuánto han cambiado las cosas, gracias al firme propósito de las administraciones públicas para que fueran mejorando, paulatinamente pero sin retrocesos, y a la creación de la figura del Comisionado para el Polígono Sur, que encarna Jesús Maeztu. Comentamos entonces que una marginalidad de tanto tiempo no podía tornarse en normalidad en un periodo determinado y que no había que marcarse plazo alguno, sino dejar trabajar con pleno apoyo de las instituciones al Comisionado para que éste fuera plantando las semillas de las que debe brotar un nuevo futuro. Seha hecho mucho en este tiempo, aunque a algunos les parezca poco, y más tarea invisible que visible, tanto en la regularización de viviendas como en la recuperación de servicios básicos. Recuérdese que en el Polígono Sur llegó un momento en que no había servicio o lo había con cuentagotas de Tussam, Lipasam y Correos. Ahora, con el bus 30 se ha completado la recuperación de todas estas actividades, indicadoras de normalidad y definitorias de la civilización frente a la jungla. Probablemente los de siempre intentarán nuevos boicots para demostrar su fuerza, de ahí la importancia de que las Fuerzas del Orden garanticen la seguridad y de que los conductores de Tussam no se dejen amilanar por cualquier gesto incívico. Ellos son la vanguardia en esta batalla de la ciudad por la reconquista del espacio perdido y su labor merece el reconocimiento de todos y, en particular, de unos vecinos esperanzados que quieren vivir como los demás y sentir que ellos también son Sevilla.

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