La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

El ejemplo de la Cerería del Salvador

Cerería del Salvador y Bazar Victoria: aprendan las autoridades qué es respeto y amor a la ciudad

Si un comercio histórico cierra dejando en herencia a la ciudad una fachada y unos escaparates de gran valor sentimental y patrimonial, porque forman parte de la cotidiana percepción de la ciudad y representan un momento de su arquitectura y artes decorativas, el nuevo propietario debería tener la cortesía de hacer lo posible para mantener estas referencias sentimentales y patrimoniales. Debió haberse hecho así -y si el nuevo propietario no lo hizo una normativa debería haberle obligado a hacerlo- en los casos de Pascual Lázaro, Garach, Marciano, el Laredo y tantos otros. Cambio de uso o de propiedad y mantenimiento de elementos de fachada y escaparates son cuestiones compatibles con los intereses de la vida comercial.

En este sentido es ejemplar y digno de aplauso lo que ha hecho la Antigua Cerería del Salvador -fundada en 1845- al tener que dejar su local tradicional para trasladarse a las antiguas y elegantes dependencias de Uclés y La Palma. ¿Que qué ha hecho? Pues respetar las bellas fachadas y escaparates de ambos antiguos comercios, como un su día los hermanos Uclés los respetaron al unirlos. Es un cariñoso y respetuoso detalle hacia la plaza del Salvador, hacia Sevilla y hacia la memoria de los sevillanos que viven sin indiferencia su ciudad. Porque los detalles que preservan las huellas de la historia de la vida cotidiana de una ciudad son tan importantes como los monumentos que guardan las de su Historia. Dejen en una ciudad los monumentos históricos y quítenle esos otros monumentos cotidianos que han tejido su día a día y la habrán matado, museificado, vulgarizado y despersonalizado. ¿Monumentos huecos aislados entre franquicias horteras? ¡No!

Un aplauso grande, pues, a la Antigua Cerería del Salvador por haber conservado esos escaparates que dignifican el entorno, tan dañado por los mamarrachos anexos de franquicias que incluyen una grotesca papa frita asomada a un balcón. Aplauso que hago extensivo al Bazar Victoria -otro venerable comercio fundado en 1914: hablamos de siglos-, que ha recreado en su nuevo local de Francos la atmósfera del antiguo, hasta adaptando los viejos mostradores, buscando, como dicen en su web, que "en la nueva ubicación los clientes y visitantes rememoraran alguna época de su infancia". Aprendan nuestras autoridades de estos comerciantes que tan ejemplarmente demuestran su respeto y amor a la ciudad.

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