La nostalgia razonada

Tan falso es que todo pasado fue mejor como que todo presente necesariamente lo es

03 de junio 2020 - 02:31

Hay muchas formas de nostalgia (tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida). Unas son objetivas y otras subjetivas. Unas son la lógica pena por un bien perdido y otras un recreo insano en el tópico de que todo pasado fue mejor.

Está la nostalgia personal y subjetiva por la juventud perdida y su excitante sensación de tener la vida ante sí. Está la nostalgia social subjetiva que funde lo personal y lo colectivo, uniendo engañosamente el esplendor y vitalidad de la juventud con el del mundo en que se vivió. Está la nostalgia social objetiva que no idealiza el pasado: simplemente constata que fue mejor que un presente sometido a trágicas circunstancias. ¿O no tenía razones sobradas Zweig en 1941 para escribir en El mundo de ayer que, "como austríaco, judío, escritor, humanista y pacifista", era un "testigo indefenso e impotente de la inconcebible caída de la humanidad en una barbarie como no se había visto en tiempos"?

Los hechos han enseñado a los historiadores que el progreso lineal y continuo en el que se creyó desde la Ilustración era un mito. Escribe John Gray: "La historia está llena de interrupciones en las que lo que se había ganado se pierde irremediablemente. Ya sea por una guerra, una revolución, una hambruna o una epidemia, la desaparición repentina de un modo de vida es algo frecuente. Desde luego, hay periodos de mejoras graduales, pero no suelen durar más de dos o tres generaciones". Tan falso es que todo pasado fue mejor como que todo presente lo es.

Y está la nostalgia cultural que, en lo que se refiere a la degradación de la cultura popular de masas, está plenamente justificada. A la alta cultura le afecta solo en la restricción de su público y su correspondiente elitismo, no en la calidad de sus producciones. En cambio, la cultura popular con circulación masiva ha sido devastada. Existen medidores objetivos en lo que a la calidad del consumo de cine o música comercial se refiere. Porque hubo tiempos en los que Renoir, Carné, Truffaut, Fellini, Antonioni o Pasolini estrenaban sus películas de autor no subvencionadas en cines (de verdad) comerciales y los discos de Glenn Miller, Artie Shaw, Dave Brubeck, Elvis, Nat King Cole o Miles Davis estaban entre los 10 más vendidos. Parafraseando a Víctor Hugo podría afirmarse en lo que respecta a esta cuestión: educad al ciudadano y no tendréis que subvencionar la cultura.

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