La ventana

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

De cómo la pena muta a coraje

Cuando ocurre lo peor que puede pasarle a un padre, el dolor puede convertirse en rabia para apretar los dientes y enfrentarse al mundo sin complejo alguno. Una tarde de Reyes, un viento fatal hizo que derrapara el coche y su hijo Fernando perdía la vida en la carretera de Dos Hermanas. Aun con el consuelo de una prole numerosa, Juan Manuel Albendea mutó la pena por rabia poco contenida para defender todo aquello en lo que creía. Como monárquico a machamartillo y español sin tacha, Juan Manuel se puso el mundo por montera y dedicó su vida a defender los derechos del Rey y a proclamar su amor por la fiesta más española que existe, la de los toros. Y todo eso lo hacía donde había que hacerlo, en la Carrera de San Jerónimo y a pecho descubierto, despreciando a cuantos compañeros de viaje miraban cobardemente hacia otro lado o se ponían de perfil. DEP.

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