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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

A plena luz, el omnímodo poder de Messi

Únicamente se recuerda algo similar, Di Stéfano en el Madrid, pero con el equipo y no con el club

Nunca habíamos visto una exhibición de poder tan enorme de futbolista alguno en un club como el que desempeña hoy Messi en el Fútbol Club Barcelona. Caen piezas de la institución como si fueran fichas en un gran efecto dominó y al fondo se ve la mano del genio argentino. Nunca habíamos visto nada igual, si acaso lo que hacía y deshacía Alfredo di Stéfano en el Madrid, pero el poder de éste se circunscribía al equipo y nunca al club.

La Saeta Rubia hacía y deshacía a su antojo para bien del equipo y lo mismo mantenía en el grupo a un Gento del que se reían los aficionados en sus principios de madridista, que se cargaba a Didi "porque quiere moverse como yo, pero sin moverse, pidiéndola siempre al pie". Era un poder omnímodo, pero sólo para cambiar fichas en el vestuario, pues en el club mandaba Bernabéu con su guardia de corps, léase Calderón y Saporta, y, amigo, con la Iglesia hemos topado.

Ni siquiera su coetáneo Laszy Kubala había mandado tanto en Can Barça, pues su influencia no pasó de colocar a su cuñado, Fernando Daucik, como entrenador de aquel Barça de las Cinco Copas. Nada se parece al recital que, en la sombra pactada, está desgranando Leo Messi, ese futbolista milagro que llevó al club azulgrana a la cima más alta de cuantas cimas registra su laureada historia. Lo de ahora, antes y después del ominoso 2-8 padecido en Lisboa, es tremendo.

Es tan poderosa la influencia del rosarino en los designios del club que no más parece que el presidente es un polichinela pendiendo de unos hilos que sólo maneja él. Caen cuerpos técnicos en cascada, directores deportivos y no cae el presidente porque el hombre parece de mármol y no hay tiempo para una Gestora que no podría fichar. Con el poder de Di Stéfano acabó Miguel Muñoz tras la final del 64 en el Prater contra el Inter de H.H. ¿Quién le pondrá a este gato el cascabel?

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