La ciudad y los días

carlos / colón

El pozo de Morgano

LA entrega número 11 de El Capitán Trueno se llamaba El pozo de la muerte. Era 1956. Yo tenía cuatro años. Recuerdo la mañana en que mi madre trajo a casa el tebeo enrollado, sobresaliendo de la bolsa de malla de la compra. En la última viñeta se veía al Capitán cayendo en un pozo del castillo de Morgano. El pie decía: "En la semioscuridad el Capitán Trueno da unos pasos, indeciso. ¡Y el suelo se hunde bajo sus pies! ¿En qué trampa había caído nuestro valeroso amigo?".

Se abría la nueva entrega con una ampliación de esa última viñeta. Como si contempláramos la escena desde el brocal, en una perspectiva cenital muy forzada digna del genio de Ambrós, se veía a Trueno cayendo en el profundo pozo: "En un relámpago, mientras se hunde en la negrura, la vida del Capitán Trueno cruza por su mente". En la viñeta siguiente, mientras Trueno sigue cayendo, se incluye una nube con los rostros de Goliat, Crispín, Sigrid, Ragnar, Ricardo Corazón de León, Manfredo El Negro... En el pie se leía: "El recuerdo de amigos y enemigos le acompaña en su rápida caída… ¿Hacia dónde?... ¿Hacia qué?...". Al pasar la página lo sabíamos: hacia lo que Víctor Mora llamaba "¡El inconcebible horror del castillo de Morgano!" y Ambrós dibujaba como un gigantesco pulpo rodeado por las calaveras de sus víctimas, que tendía sus tentáculos hacia un Capitán Trueno que había logrado frenar su caída aferrándose a un madero que sobresalía de las paredes del pozo.

Ambrós y Víctor Mora son mis Valdés Leal particulares, y estos dos cuadernillos mi In Ictu Oculi y Finis Gloriae Mundi. 58 años hace que leí por primera vez estos tebeos que me han acompañado hasta hoy. Ahora sé que la semioscuridad en la que Trueno avanzaba con pasos indecisos se llama vida, que el pozo se llama tiempo y que el pulpo… El nombre del pulpo ya lo conocemos todos. Afortunadamente también sabemos cómo se llama el madero que salvó a Trueno: es la madera salvadora en la que Juan de Mesa y las gubias celestiales del dolor y la sonrisa esculpieron a Dios y a su Madre. ¡Ay de quien no tenga santo madero al que agarrarse cuando caiga en el pozo del castillo de Morgano! Lo pienso esta tarde honda y quieta en la que los recuerdos vagan por las habitaciones en penumbra como lobos ávidos de corazones; una de las tres tardes pozo de Sevilla: la del Corpus, la de la Virgen de los Reyes y la del Viernes Santo en la Resolana.

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