¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Si tú te vas

El caso Cabrera le podría estallar al PSOE sevillano en el momento más inoportuno

Vayan por delante mis disculpas por tutear al alcalde de Sevilla que, según la vieja costumbre, debería ser tratado como "excelentísimo señor", lo que no deja de ser una completa exageración para algunos de los que pasaron por la Plaza Nueva. Juan Espadas, según contó ayer en estas páginas JM Marqués Perales -uno de los mayores conocedores del laberinto socialista andaluz-, ya ha mostrado a Pedro Sánchez su disponibilidad para ser el candidato a la Junta de Andalucía. "Hágase en mí tu voluntad", ha dicho el primer edil sevillano al presidente del Gobierno, lo cual tiene una serie de implicaciones y víctimas. La primera es que Espadas, hombre al que le disgustan los protagonismos innecesarios, se muestra ante la opinión pública como uno de los arietes del sanchismo andaluz. La muerte de Susana Díaz ya tiene uno de sus posibles rostros. La segunda, y más importante para esta columna, es que la candidatura socialista para el Ayuntamiento de Sevilla queda vacante. La doctrina oficial es que la lucha por ocuparla se producirá entre los dos pilares de la administración espadista durante estos años: Antonio Muñoz y Juan Carlos Cabrera, que vienen a ser algo así como la encarnación de las dos Sevillas que, supuestamente, nos hielan el corazón. El rancio Cabrera es el ejemplar más curioso, porque es un producto típicamente sureño, inimaginable en otras zonas de España, no digamos ya del ancho mundo. Uno de sus colaboradores nos dijo una vez que él era del PSOE, pero no se consideraba de izquierdas, y luego se pidió otro whisky. No es mal lema para el cabrerismo, una no-ideología teñida de populismo cofrade y guiños a la Sevilla de siempre. El concejal de Gobernación es más de los triduos que de las conferencias sobre la cuarta ola feminista. Sin embargo, socialistas como Muñoz, decididamente "modernos", los podemos encontrar en Badalona, Avilés o Éibar. Es ese militante que sí se considera de izquierdas, cuyo aspecto es el de la clase media sueca y lleva al dedillo la agenda contra el cambio climático.

Todo parecía dispuesto para un duelo igualado hasta que el día de Reyes Magos a Cabrera se le ocurrió montar el show en un restaurante de Los Remedios, que acabó hasta arriba de policías locales inspeccionando incluso los servilleteros. ¿Usó el edil la policía para una vendetta personal? Eso es lo que está investigando la Justicia. Desde luego todo este asunto no le beneficia para nada. El caso Cabrera le podría estallar al PSOE sevillano en el momento más inoportuno, cuando esté mudando la piel del susanismo.

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