Tomás garcía Rodríguez

Doctor en Biología

La volandera Pila del Pato

Diversas investigaciones indican que la fontana se compone de una doble estructura

Existe en Sevilla un pato errante que nace en bronce a mediados del siglo XIX y se posa sobre una fuente pública de abastecimiento de agua en el lado sur de la plaza de San Francisco, antigua plaza mayor de la villa. Este pilar sustituye a la primitiva Fuente de Mercurio, la primera monumental de la urbe, de sobrio estilo renacentista y que se elevaba en el lugar desde 1576 hasta 1833.

Debido quizá a su arrogancia juvenil, nuestra bella anátida levanta el vuelo en 1872 y realiza un corto trayecto portando el pedestal pétreo que la sustenta hasta el centro de la misma plaza. Nueve años más tarde, el inquieto animal decide embarcarse en un viaje de altura, aterrizando exhausto junto a las columnas de los leones de la Alameda de Hércules. Se mantiene durante un largo periodo en el bulevar romántico participando de las velás, disfrutando del rasgado de guitarras, del arrullo de cantaores o de mil historias relatadas por toreros en ciernes a novias y admiradores... En 1953, quizá cansado del perfil prostibulario que va tomando el barrio, decide transportar su fabulosa carga hasta un espacio más alegre y festivo en los aledaños del Prado de San Sebastián. La vida en su nuevo dominio resulta ser muy placentera, participando de forma activa en las ferias de Abril, hasta el punto de ser protagonista principal de bailes, encuentros y de muchas fotografías de época enmarcando los trajes de gitanas y flamencos.

Se silencian las palmas y las castañuelas en 1966, pues la vetusta ave se somete a los deseos municipales de trasladarla finalmente junto a su fuente a la plaza de San Leandro, gozando desde entonces de una existencia sosegada acorde a su avanzada edad, al amparo de un mayestático laurel de Indias. En la fachada principal del convento homónimo que enaltece el lugar, frente a la pila, se encuentra un místico retablo cerámico representando a Santa Rita de Casia. En esta plazuela descansa nuestro pato volandero rogando a la santa -patrona de las causas imposibles- que recuerde su agitado vagar y le permita reposar largo tiempo en este recoleto, conventual y apacible claustro callejero.

Diversas investigaciones indican que la fontana se compone de una doble estructura superpuesta de distintos orígenes. Así, un vástago abalaustrado sobre el mar circular soporta una taza inferior con carátulas grotescas y surtidores zoomorfos de aires románticos decimonónicos y, sobre ella, una pequeña taza de formas renacentistas. El ánade apical sirve de ligazón, de cemento y unión de culturas, y con sus vuelos despliega por la ciudad una obra única, amalgama de diferentes tiempos y sensibilidades...

"En la Pila del Pato, mi alma,/ te he conocío./ Te he conocío,/ en la Pila del Pato/ te he conocío./ En la Pila del Pato, mi alma,/ te he conocío./ Te he conoció/ y conté los lunares/ de tu vestío./.../ Noventa y tantos,/ entre verdes y azules/ noventa y tantos,/ entre verdes y azules,/ granas y blancos" (Añoranzas Sevillanas, Francisco Palacios El Pali).

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