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Tribuna

Francisco Javier Gutiérrez Juan

Director de Orquesta

Pascual González: El hombre que buscó la suerte

El autor repasa todas las veces que el cantante y compositor se reinventó, a base de esfuerzo y lágrimas, con proyectos de gran éxito La fuerza de Pascual

Pascual González, en el centro, rodeado de los actuales componentes de Cantores de Híspalis.

Pascual González, en el centro, rodeado de los actuales componentes de Cantores de Híspalis. / D. S.

¿Qué os cuento sobre Pascual González?, ¿que triunfó como compositor?, ¿que recibió el cariño y reconocimiento de millones de personas?, ¿que vendió cientos de miles de discos y millones de entradas para sus espectáculos?, ¿que modernizó el mundo de las sevillanas?, ¿que era cofrade?, ¿que era sevillano militante?, ¿que escribió maravillosos artículos?

Contar los éxitos es lo normal que decimos, cuando se nos van, de aquellos seres que queremos y que admiramos. Pero Pascual, como todos los que triunfan, guardó en su “trastienda” muchas cicatrices, como las de las cornadas de las grandes figuras del toreo. No existe éxito que no se cobre sangre, sudor y lágrimas. Todos los grandes lo son porque ante las adversidades se comportan de una manera diferente a los demás. No ven el desaliento porque la luz de su determinación los deslumbra. El ejemplo de cómo Pascual se levantó después de cada caída sirve para levantar nuestras empresas, para animar a nuestros estudiantes, para curar nuestros enfermos. Los triunfadores sufren muchas derrotas, saber cómo las superan es un privilegio. Así que ahí vamos:

Pascual soñaba con ser el pregonero de la Semana Santa de Sevilla. En mi afán de ayudar en su propósito a mi amigo Pascual hablé con Francisco José Reyna, a la sazón decano del Colegio de Peritos e Ingenieros Técnicos de Sevilla, para que Pascual fuera el “pregonero” en la Exaltación de la Semana Santa que organiza dicha institución. Y el sábado 24 de marzo de 2011, un día antes del Pregón del Maestranza, en la Iglesia de la Magdalena, Pascual González, con intervenciones de los Cantores de Híspalis y de la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla dirigida por un servidor, pregonó a la Semana Santa de Sevilla como los propios ángeles. La Iglesia vibró, memorable, irrepetible, inolvidable. No salió a hombros de allí por el decoro que merece un templo, pero estuvo a punto.

Pascual esperaba ser el pregonero de Sevilla, pero lo que llegó no fue la invitación del Consejo de Hermandades para serlo sino que apareció el cáncer, y lo dejó mudo. Cuando todos pensaban que se había acabado Pascual y los Cantores de Híspalis, la fe, el esfuerzo, el sudor y las lágrimas de Pascual obraron el milagro: el mudo hablaba... de una manera diferente, con un artefacto en su laringe, pero hablaba. Y hasta cantaba. Sí, ya sé, no cantaba mucho, pero a mi me canturreaba en mi despacho para nuestros ensayos. Y Pascual se vino arriba, pero que muy arriba, y me dijo que era capaz de pregonar, y dicho y hecho. Pascual, con el apoyo de Alberto Máximo Pérez Calero, de Manolo Sainz y de un servidor, pronunció el Pregón de la Cabalgata de Reyes Magos del Ateneo de Sevilla, de nuevo con sus Cantores de Híspalis y con la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla con este servidor como director y testigo del milagro.

El Pregón de la Semana Santa no llegaba para Pascual, pero éste se inventó un espectáculo para llevar Pasión y Esperanza al mundo. Y triunfó con rotundidad pregonando para decenas de miles de personas la Semana Santa de Sevilla.

Y cuando parecía que todo podría llegar, llegó el Covid y todo se paró. Y de nuevo Pascual se levantó, y se vino arriba y reflotó la nave y pregonó de nuevo la Semana Santa con su espectáculo Cristo, Pasión y Esperanza.

Y ahora, cuando parecía que podría llegarle a Pascual la deseada invitación del Consejo lo que llegó fue el adiós. Pascual se nos fue.

Pascual no pregonó el Domingo del Pregón. Sin embargo, ha sido el pregonero de la Semana Santa de Sevilla más oído y más aplaudido. A la entradas vendidas, a sus seguidores y a las críticas periodísticas de sus espectáculos me remito como pruebas irrefutables de lo dicho.

¡Sí, Pascual triunfó con éxitos multitudinarios!, porque trabajó durísimo, lloró, sudó y sangró para volver siempre a levantarse. Pascual, como todos los triunfadores, buscó siempre su suerte, la buena suerte.

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