Tomás García

La Virgen de Atocha en Sevilla

La Virgen de Atocha en Sevilla
La Virgen de Atocha en Sevilla

12 de julio 2025 - 03:11

Tras la conquista cristiana de Sevilla en 1248 por Fernando III, fueron cedidos al Temple unos terrenos cercanos a la muralla de la ciudad que abarcaban desde la actual Plaza Nueva hasta las inmediaciones de la Puerta de Triana. Prostitutas y gentes de mal vivir comenzaron a asentarse en casuchas de la zona a partir de la disolución de la Orden en el siglo XIV. La calle Gamazo aparece en el Plano de Olavide de 1771 dividida en dos tramos con nombres distintos: el primero es Arquillo de Atocha, que discurría entre la confluencia de Zaragoza (Pajería) con Jimios y la embocadura de Padre Marchena (Piñones), en cuyo principio se levantaba un arco con retablo que contenía la Virgen de Atocha, una réplica de la virgen negra madrileña, advocación venerada por los templarios; el segundo es Compás de la Laguna, que continuaba hasta Castelar (Molviedro) y que era conocido también como Compás de la Mancebía, término que se aplicaba por extensión a un entramado de calles de naturaleza marginal y aislado del resto de la población por la muralla y una tapia con puertas en sus extremos. Este apartado núcleo urbano también recibía el título de Compás de las Boticas, en alusión a unas casas o “boticas” regentadas por las prostitutas que allí se concentraban. El asistente Pablo de Olavide ordena en 1772 la demolición de la Mancebía y rehacer el barrio de nueva planta, encargando su ejecución al ingeniero Manuel Prudencio de Molviedro y concluyéndose seis años más tarde bajo el mandato del marqués de Monterreal. El arco fue derribado a mediados del siglo XIX y la Virgen de Atocha junto con su antigua capilla-retablo sería trasladada a la Iglesia del Sagrario, aunque nada sepamos en la actualidad de su existencia y paradero. El conjunto de los dos tramos viales recibe a partir de 1869 el nombre de Atocha hasta su rotulación definitiva en 1910 en honor a Germán Gamazo y Calvo, ministro durante el reinado de Alfonso XII y fundador del periódico El Español. El Quijote hace referencia en uno de sus capítulos a un ventero del entorno con estas palabras: “Y que él, asimismo, en los años de mocedad, se había dado a aquel honroso ejercicio, donde había ejercitado la ligereza de sus pies y la sutileza de sus manos, haciendo muchos tuertos, recuestando muchas viudas, deshaciendo algunas doncellas”...

En Gamazo se ubica Casa Moreno, uno de los últimos establecimientos que mantienen una tienda de comestibles junto a una barra de bar. Francisco Moreno, cuarto propietario desde su apertura hace unos cien años, recientemente jubilado, ha cedido el testigo a una nueva generación familiar. Emilio Vara, al que bauticé en prensa como “el poeta de la trastienda”, sigue al frente del bar atendiendo de modo afable a su fiel y variopinto público. Es preceptivo volver a Casa Moreno por la calidad de los productos expendidos y por el sutil trato de un camarero-trovador que ofrece a su clientela raciones de sublime alegría maceradas entre Sevilla y Triana.

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