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Un parricida alega que actuó en legítima defensa para salvar a toda su familia

  • El fiscal reclama una condena de ocho años de cárcel y la defensa pide la absolución

El parricida que en Año Nuevo de 2008 acabó con la vida de su padre alegó ayer ante el jurado que actuó en legítima defensa para salvar no sólo su propia vida sino la de su madre, su hermana y su novia. Antonio D. P., que se enfrenta a una petición de la Fiscalía de Sevilla de ocho años de cárcel, aseguró entre sollozos que no tuvo más salida que disparar, en primer lugar, y después apuñalar a su padre, Antonio D. G., una persona que tenía una psicosis bipolar y que había dejado de tomar su medicación unos meses atrás. El acusado, que está en libertad tras pasar un mes en prisión preventiva, explicó en su declaración que tras el verano de 2007, coincidiendo con el abandono de la medicación, su padre comenzó a provocar altercados y a comprar armas de fuego, a las que era aficionado, todo ello pese a la negativa de la familia, que vivía una situación de "tensión y angustia".

La Nochevieja de 2007 su padre, que se había comprado dos cachorros de pit-bull y llegó a regalar a un nieto un rifle de caza mayor pese a que aún era un bebé, ni siquiera cenó con la familia. Se fue a dormir pero se despertó con los petardos que lanzaron sus vecinos para celebrar el año nuevo. La víctima salió al jardín y comenzó a disparar al aire y poco después, cuando la hermana y la novia del acusado ya se habían retirado a sus dormitorios, regresó a la casa y "encañonó con dos escopetas" a su madre, según el relato que expuso ayer Antonio D. P. en la sala de vistas. En ese momento, cogió una escopeta y se dirigió a la cocina, para atraer la atención de su padre, que le siguió y le encañonó. El hijo realizó un disparo que prácticamente le arrancó una mano a la víctima, pero esta sacó una navaja del bolsillo y exclamó: "Os voy a matar a todos". A continuación se produjo un forcejeo entre el padre y el hijo que terminó cuando éste le asestó tres puñaladas. Antonio D. P. añadió que su padre logró arrebatarle un cuchillo jamonero que había cogido para defenderse, agarrándolo la víctima por la hoja, y tratando de clavárselo, momento en que el procesado le asestó tres puñaladas que le ocasionaron a muerte.

Entre lágrimas, el acusado explicó como asistió a su padre en su último aliento, cuando quedó tendido en el suelo una vez desarmado. La Fiscalía considera que el acusado le asestó las tres puñaladas cuando el padre estaba desarmado y aunque le aplica la atenuante de legítima defensa, considera que al final sí tuvo intención de matar, por lo que reclama ocho años de cárcel.

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