“Sigourney Weaver me abrazó y alabó el nivel técnico y humano de los españoles”

Verónica Díaz Mateos | Directora de producción cinematográfica

Lleva dos décadas haciendo posible que se rueden las películas de Almodóvar, Armendáriz o Colomo

Ha trabajado en producciones internacionales como ‘Guerrilla’ o ‘Astérix en los JJOO’

Verónica Díaz, durante un momento de la entrevista.
Verónica Díaz, durante un momento de la entrevista. / Juan Carlos Vázquez

Verónica Díaz (Sevilla, 1974) rompió una larga tradición familiar de médicos para dedicarse al cine, una pasión que le inoculó su padre en las sesiones del Pathé y en los ciclos de clásicos de TVE. Con una amplia formación universitaria y profesional, durante sus dos décadas de experiencia ha trabajado en más de treinta películas con algunos de los mejores directores del cine español, como Pedro Almodóvar, Fernando Colomo, Montxo Armendáriz o Rodrigo Cortés. También ha tenido cargos de responsabilidad en los rodajes internacionales, entre los que destacan los de ‘Guerrilla’, de Steven Soderbergh, o ‘Asterix en los JJOO’, de Frédéric Forestier. Verónica Díaz, que se ha formado en las universidades de Sevilla y Valladolid, en la Escuela de Cine de Madrid y en Esade Business School, compagina los proyectos propios como productora con su trabajo para hacer posible las películas de los demás. Fue fundadora de El Mandaíto Producciones. En la actualidad trabaja como freelance.

–Antes que una profesión, el cine tuvo que ser una afición.

–Yo iba para médico, como mi bisabuelo, mi abuelo y mi padre... Mi abuelo, que tuvo a mi padre ya muy mayor, estudió medicina en Madrid y París, donde descubrió el cine en la época de los Lumière. Tenía mucha devoción por el cine y le gustaba especialmente Gloria Swanson, una de las grandes actrices del momento. Mi padre, que vino a Sevilla a estudiar a los Escolapios, se escapaba siempre que podía para ver películas... De mi infancia recuerdo las películas de TVE, las sesiones del Pathé, el nacimiento del cine Avenida y sus ciclos de clásicos, los cineclubs de Ingenieros, Arquitectura... En mi casa siempre se hablaba de cine. Me hace gracia cuando escucho a los Trueba, porque su imaginario colectivo es más deudor de la nouvelle vague que de su generación. A mí me pasa un poco igual. Vi Los 400 golpes, pero en el colegio nadie conocía la película. Allí todo el mundo había visto Los Goonies, que a mí también me gustaban.

–Lo normal es que uno quiera ser director, actor... ¿Cómo decidió dedicarse a la producción?

–Mi primer contacto con la producción fue en un grupo de teatro Pánico de la Facultad de Ciencias de la Información. Me tocó llevar todo el tema de las ayudas y subvenciones, porque era la que vivía más cerca del Rectorado, que era donde había que tramitarlas. Casi sin pretenderlo empecé a encargarme de la producción de las obras. Me di cuenta de que me gustaba organizar, estar detrás de la primera línea, hacer las cosas posibles... Ya sé que es un trabajo invisible y, algunas veces, desagradecido... Cuando está bien hecho no se ve, pero cuando se hace mal nada funciona.

–¿Y quiénes son más insoportables, los directores o los actores?

–Es curioso, porque muchas veces los peores de aguantar son los que menos calidad artística tienen. En general, son más difíciles los actores. Es cierto que hay una razón de peso: ellos trabajan con su cuerpo, sus emociones, y tienen una exposición tremenda. Es normal que se sientan inseguros y vulnerables, pero a veces son insoportables...

–¿Hay que ser muy mandón para ser un buen productor?

–Hay que tener las ideas muy claras respecto al producto que se quiere hacer y cómo se quiere vender. Más que mandón hay que ser perseverante y con capacidad ejecutiva. El cine es un trabajo muy vertical, organizado como un ejército, en el que la toma de decisiones viene de arriba a abajo. El productor y el director marcan mucho la personalidad y el ambiente de los rodajes.

–En España no está tan reconocida la figura del productor como en EEUU.

– En nuestro país se piensa que sólo es el que pone el dinero, pero un buen productor, como Elías Querejeta, es un creativo, sus películas tienen un sello inconfundible, como las de Frank Marshall o cualquier otro grande del sector. En EEUU la industria tiene más peso; aquí venimos de un cine más artesanal en el que el productor siempre ha estado relegado. De hecho, muchos directores de los 70 y 80 fueron los propios productores de sus obras. El otro día estuve en una reunión de productoras en la Seminci de Valladolid y una de las cosas que se decidió fue reivindicar la labor de producción. Sin productores no habría películas.

–Ha trabajado con algunos de los grandes directores del cine español, entre ellos Almodóvar. Es inevitable hablar de él.

–Cuando salía en Madrid y alguien me preguntaba a qué me dedicaba solía decir que era auxiliar administrativa porque, si comentaba que trabajaba con Almodóvar, ya no se hablaba de otra cosa en la reunión. Para mí siempre ha sido un lujo y un orgullo trabajar con él. Son películas que nunca son indiferentes y sabes que tu trabajo lo van a ver en todo el mundo. De hecho, las últimas películas de Pedro casi han hecho más taquilla en el extranjero que en España. En Japón me decían: “¿España? Jamón y Almodóvar”. Es un genio con una personalidad muy potente, pero siempre me ha hecho sentir muy bien.

Trabajar con Pedro ha sido un orgullo. En Japón me decían: ‘¿España? Jamón y Almodóvar

–No puedo evitarlo. Cuénteme una anécdota.

–Es un personaje al que se ama o se odia. Por muchas razones, porque es un vehemente que siempre dice lo que piensa y porque lo han usado mucho en campañas políticas... A mí me han llegado incluso a insultar entrando en su oficina, pero recuerdo que en un barrio muy popular de Valencia las señoras se peleaban por llevarle la horchata. Existe una auténtica devoción popular hacia su figura, porque no ha hecho sólo cine, sino que también ha dibujado un retrato de una España que ya no es lo que era.

–También ha trabajado con uno de los padres de la llamada en su día “nueva comedia madrileña”: Fernando Colomo.

–Es un tipo divertidísimo, formidable... Sigue teniendo esa cosas de niño tímido pero gamberro. Es de esos adultos que no pierden el niño. Este verano ha filmado una película entre Andalucía y Madrid, Antes de la quema.

–Muy diferente debe ser Montxo Armendáriz, otros de los directores con los que ha colaborado.

–Me lo encontré el otro día en una estación de tren. Es un director muy intenso, muy serio trabajando. Lleva las cosas muy al límite... Al principio, te puede resultar muy duro un rodaje con mucho frío, nevando, con niños... Pero luego todo eso está en la película y te das cuenta de que merecía la pena.

–¿Qué es lo más raro que ha tenido que hacer en su trabajo de producción?

–Cuando estaba en la Escuela de Cine tuvimos que hacer un corto en el que el director necesitaba un pollo vivo. No sabe lo difícil que es encontrar en Madrid un pollo vivo, porque las aves tienen que ser sacrificadas en los mataderos a las afueras.

–¿Lo encontraron?

–Sí, en la Facultad de Farmacia. El pobre era una especie de conejillo de indias... En Guerrilla, la película de Steven Soderbergh, en la que fui coordinadora de producción, de repente alteraron el plan de rodaje y tuvimos que cambiar viajes y hoteles para 500 personas en pleno mes de agosto... Son retos que tienes que superar en muy poco tiempo y con mucha presión.

–Me imagino que el momento del rodaje debe ser altamente estresante.

–Sí, porque el dinero es oro en una película. Tienes que llevar a buen fin un plan con unos recursos limitados. Cualquier cambio en el plan de rodaje supone sumar dinero.

–¿La planificación es fundamental?

–Para mí es casi más importante que el rodaje. Lo tienes que tener todo preparado para empezar ... Después ya no tienes manera de recuperar el tiempo.

–Ha trabajado en proyectos internacionales potentes, como la ya mencionada película de Steven Soderbergh o ‘Asterix en los JJOO’. ¿El método de trabajo es muy diferente al de España?

–En general, no mucho, porque nuestra manera de trabajar viene muy dada por el modelo anglosajón. Eso sí, en las películas norteamericanas en las que he trabajado los equipos son enormes y los sindicatos tienen mucho más peso que aquí; marcan muy claramente las labores y responsabilidades de cada cargo. El que es ayudante de regidor hace eso y nada más. Nosotros somos más permeables. Yo he sido directora de producción y he tenido que hacer cosas de auxiliar... Al final tenemos una capacidad de resolución muy grande en pro de que salga el proyecto.

–¿El nivel español es bueno?

–Todos los extranjeros con que he trabajado (franceses, canadienses o norteamericanos) me han dicho que nuestro nivel es bastante bueno. Sigourney Weaver, al terminar mi trabajo con ella, me abrazó y me dijo: “En España tenéis un nivel técnico maravilloso y un nivel humano necesario. Aquí la gente te cuida y te trata como a un ser humano. En EEUU te miran como a un mueble”. Me gustó mucho escucharlo.

–Lleva casi 20 años en el cine. ¿Ha cambiado mucho?

–Sí, bastante. Cuando empecé todavía se rodaba en película... Aún hoy digo “voy al laboratorio”, cuando ya no existen laboratorios fotoquímicos en España. Como le ha sucedido a tantos sectores, la irrupción digital ha cambiado el cine para siempre. Además, a partir de la crisis, los tiempos de producción son mucho más cortos. Hay menos exigencia profesional y he estado en muchas películas donde todo valía. Con la crisis se bajaron mucho los salarios. Llevo casi diez años cobrando lo mismo cuando trabajo por cuenta ajena. Han entrado productores y directores nuevos que son muy osados, pero que conocen poco el negocio.

A los de ‘Juego de Tronos’ se les dan muchas más facilidades para rodar que a la gente de aquí

–El otro día, en estas mismas páginas, Francisco Sierra dijo que Netflix podía acabar con la producción audiovisual autóctona. ¿Es usted tan pesimista?

–No tanto. El mundo audiovisual europeo está en manos americanas desde hace muchos años. Lo que pasa ahora en la televisión es lo que pasó en el cine desde los años cincuenta... El 80% de los canales de distribución del cine está en manos de empresas de EEUU. Netflix está imponiendo un modelo de producción muy rápido, pero está apostando por el talento autóctono de cada sitio. En los últimos años ha sacado productos españoles, aunque, eso sí, muy orientados al mercado internacional. Ahí está esa serie que acaban de lanzar: Elite...

–Tiene una pinta horrorosa...

–Pero ha sido la más descargada. Es un gran negocio con talento español y da mucho trabajo. Es necesario que coexistan todo tipo de productos audiovisuales, desde el cine de autor al de palomitas.

–Ahora todo el mundo habla de series.

–Hay un boom. El otro día estuve rodando en Madrid y me costaba encontrar gente para trabajar, y eso que era un producto goloso, con un buen director. Hace poco comentaba con un amigo si no estaríamos ante una burbuja... Lo cierto es que la tendencia es que cada vez haya más horas de ocio, por lo que habrá que rellenarlas con contenidos...

–¿Y Sevilla?

–Es un buen momento creativo, con directores muy interesantes. No sólo está Alberto Rodríguez, que es el exponente máximo, sino también gente como Miguel Ángel Vivas o Paco Cabezas, que trabaja en Hollywood... Hay mucho talento. El problema es que en la industria queda mucho por hacer, hay pocas empresas y muy pequeñas. La financiación, además, siempre se limita a Canal Sur, la Junta de Andalucía y poco más... Habitualmente hay que buscar alternativas foráneas

–Las administraciones venden mucho lo de ‘Sevilla, ciudad de rodajes’. Es cierto que han venido producciones importantes, como ‘Juego de Tronos’ o ‘Star Wars’... ¿Sirve para mucho?

–Todas las asociaciones de productores llevan años reclamando al Ministerio de Hacienda que se concedan ventajas fiscales a quien ruede en España. Atraer rodaje extranjero sirve para promocionar nuestro país y para dar mucho trabajo en el sector. Por supuesto, está muy bien que aquí se ruede Star Wars y que se capte turismo. Pero las administraciones tendrían que ser también conscientes de que hay que ayudar al cine que se hace en Andalucía... Por ejemplo, llegan los de Juego de Tronos y se le dan muchísimas más facilidades que a la gente de aquí, y eso no es muy comprensible. Está muy bien que todos se quieran hacer la foto con Richard Gere, pero también hay que ayudar a los pequeños.

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