El Betis 2020-21 no se debe parecer en nada al de la pasada temporada. La apuesta por hombres de fútbol como Manuel Pellegrini, y a la espera de Antonio Cordón, pretende virar los resultados deportivos del proyecto. Y es que la entidad heliopolitana está obligada a reparar la desastrosa planificación del pasado año, la primera en solitario de José Miguel López Catalán y su Big Data, en la que se dilapidaron casi 100 millones de euros.

Desde la portería a la delantera, el Betis necesita nuevas caras. El enrarecido ambiente que se respiró en el vestuario en la recta final del campeonato llevará a cambiar ese aire viciado que tampoco ofreció rendimiento sobre el terreno de juego. Aunque en un principio los dirigentes apuntaron a un problema de entrenador, con la figura de Rubi como foco del bajo del rendimiento, la realidad invitó a pensar que el Betis necesita rehacer todo lo que se hizo mal el pasado verano.

Entonces, López Catalán apostó por Dani Martín para sustituir el adiós de Pau López, internacional por España, y competir con Joel Robles. Ahora, el club verdiblanco le busca una cesión al joven meta para que pueda regresar al club en el futuro con un mayor bagaje a sus espaldas, e incluso el rendimiento de Joel ha estado por debajo del esperado por los dirigentes, de ahí que se pretenda el fichaje de un portero con vitola de titular.

En la zaga fue donde intervino menos el bisturí del Big Data, que únicamente aportó dos laterales izquierdos como Álex Moreno y Pedraza, que han ofrecido un rendimiento irregular. La continuidad de los cuatro centrales tampoco pareció una elección acertada, ya que el valor de todos ellos ha disminuido en el mercado después de una temporada de bajas prestaciones.

El gran agujero de la planificación apareció en la medular. Sólo en los últimos días del mercado estival se intentó fichar a un pivote, una carencia que se arrastró hasta el mercado invernal y que tampoco se solucionó con las llegadas de Guido Rodríguez y Aleñá. Además, la lesión de William Carvalho agravó esa carencia, lo que llevó a Rubi a improvisar en esa posición esencial con jugadores como Kaptoum, Ismael, Bartra o Édgar, quizá una de las pocas noticias positivas del año.

Borja Iglesias, entre el presidente, Ángel Haro, y Alexis.

Necesita también el Betis velocidad por las bandas, otra de las carencias que no se solucionó el pasado verano. Los verdiblancos apostaron por la continuidad de Tello y Diego Lainez, pero ni el catalán ni el mexicano contaron con la confianza de los entrenadores y ahora también están más devaluados que hace un año en un mercado a la baja.

Sí se reforzó el ataque con Juanmi, Borja Iglesias y Fekir –más la continuidad final de un Loren al que se puso en el mercado– y el rendimiento de los tres, por distintos motivos, también ha sido inferior al esperado. Si al malagueño lo han perseguido las lesiones, el gallego no ha aportado los goles que llevaron a los dirigentes a abonar casi 30 millones de euros por su fichaje y ahora el club necesita de nuevo un refuerzo para la delantera.

El caso del francés es distinto. Su calidad técnica está fuera de duda y, de hecho, ha sido uno de los mejores del equipo en la temporada, pero sus características condicionan demasiado al colectivo. Además, el alto coste de su amortización lo convierten en un lujo excesivo para el Betis si el equipo no logra meterse en puestos europeos.

Con este panorama y con una crisis económica que ha provocado que LaLiga obligue a los clubes a controlar su hoja de gastos, el Betis necesita reparar el daño del pasado verano y reinventarse para confeccionar una plantilla que permita pelear por el objetivo de regresar al continente.