Sobre el firme arranque del Betis

Desde mi córner

Cuando un equipo que suele jugar bien gana aun jugando mal es que la cosa pinta bien

Fortificar el rodeo propio es una de las principales premisas que se necesita para un buen curso. Antañazo se denominaba Huerto del Francés a esos campos de donde salir por su propio rozaba lo milagroso. El Betis, con su buena campaña anterior, no fue fiel a esa conseja, ya que resultó más eficiente como viajero que como anfitrión, pero en esta edición, tan ilusionante para el vigente campeón de Copa del Rey, anda mostrándose muy firme de local.

Sin duda alguna, el secreto de los logros béticos de unos años acá es el del buen fútbol que practica. Es una filosofía que adquirió con la presencia de Quique Setién en la sala de operaciones, que hizo mutis por el foro con su marcha y que recuperó ese taumaturgo que es Manuel Pellegrini para bien del Real Betis Balompié. Es más, a las órdenes del andino ha tomado el equipo verdiblanco la buenísima costumbre de ganar aunque sea en ese día en que juega mal, o muy mal.

Jugando deficientemente y sufriendo con los dientes apretados y sin dar una sola ventaja, así ha ganado el Betis varios de sus partidos. Y, curiosamente, fue en uno de esos días de buen fútbol en el que el Betis cayó. Hizo un buen juego la tarde del Bernabéu, pero fue a estrellarse en la dupla Vinicius-Rodrygo más en las circunstancias que protagonizaron los jueces, tanto los de la yerba como los de un artilugio, el VAR, que otras tardes actuó de forma irreprochable.

Hasta siete partidos perdió el pasado curso en Heliópolis, el que más veces fue derrotado de local entre los que acabaron con plaza en competición continental. Cuando llevamos seis partidos de Liga y dos de Europa League, únicamente la derrota del Bernabéu ensombrece una trayectoria que se considera modélica, con un arranque pletórico que da pie a esperanzarse con un ejercicio superior al anterior. Hacer de su feudo un fortín es clave y el Betis debe reafirmarlo.

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