Cuando ganar se cotiza más que la idea

El pragmatismo de Simeone se impone a la estética de Setién en el duelo de banquillos

El Betis, al menos, mejoró su puesta en escena

Lorenzo Serra Ferrer, José Miguel López Catalán y Ángel Haro, en el palco del Benito Villamarín.
Lorenzo Serra Ferrer, José Miguel López Catalán y Ángel Haro, en el palco del Benito Villamarín. / Fotos: Antonio Pizarro
Samuel Silva

11 de diciembre 2017 - 02:36

El esteticismo contra el pragmatismo. La solidez contra la posesión. Quique Setién frente a Diego Simeone. Y el triunfador, una vez más, fue el entrenador argentino, que sigue cotizando al alza con ese impenetrable Atlético. Un año invicto lejos de su estadio; 15 jornadas sin conocer la derrota en la Liga. Ni siquiera la mejor puesta en escena del Betis de Setién, que lo sorprendió con la variación de sus habituales mecanismos, frenó a los colchoneros, a los que Simeone también ajustó sobre la marcha.

Ambos entrenadores salieron satisfechos del duelo. El Atlético, con otros tres puntos en el zurrón, continúa acechando al Barcelona; los verdiblancos repararon en parte su imagen tras las últimas debacles, con la eliminación copera incluida. El Betis recuperó parte del pulso, al menos durante la primera media hora. Posesión, salida con la pelota desde atrás y llegadas hasta las inmediaciones del área rival se sucedieron en esos minutos de dominio bético. Setién y su cuerpo técnico respiraban aliviados en la banda. El Betis, fiel a su estilo, respondió a los estímulos enviados durante la semana.

Tampoco se borró la sonrisa en el banquillo rival. Capeado el chaparrón, el Atlético respondió con sus armas. Gol en la primera ocasión de la que dispuso y casi final del partido. Simeone acumuló piezas defensivas en su muralla y fue dejando sin aliento a ese Betis sin fondo de armario.

El menottismo de Setién chocó contra su álter ego, ese bilardismo de Simeone, que se siente cómodo con ese personaje y acumuló defensa tras defensa para blindar una portería bien cubierta por Oblak.

La afición verdiblanca, que había recibido con bronca a los suyos tanto al inicio del calentamiento como justo antes de comenzar el encuentro, acabó con tímidos aplausos. Su equipo había recuperado esa dignidad perdida en otras batallas, aunque la herida sólo ha dejado de sangrar a la espera de lo que suceda dentro de siete días en La Rosaleda.

Tras seis jornadas sin ganar, con sólo dos puntos de los últimos 18 y el esperpento copero ante el Cádiz por medio, a los de Setién les urge ganar. Sí, mantener la idea siempre es importante pero las diferencias entre los proyectos se marcan con puntos. Y éste, tras 15 jornadas, sigue la onda de los dos últimos, pese a la elevada cantidad de millones que se gastaron en la confección de las plantillas.

A falta de dos jornadas antes de las vacaciones navideñas, y dos más para finalizar la primera vuelta, el Betis de Setién continúa mirando hacia la zona alta, pese a su dinámica negativa. Pero en Málaga necesitará una victoria si pretende codearse con la nobleza de la Liga.

Una solución de izquierdas para el centro del campo

Ante la ausencia de Javi García, Setién optó por una solución de izquierdas, quizá en consonancia con lo que sucede en otras esferas de la entidad verdiblanca. Fabián y Guardado formaron en el doble pivote para que Boudebouz se quedase en su zona natural de la mediapunta. Tres zurdos para guiar la creación del Betis y que por momentos superó la fuerte presión ejercida por el Atlético. En el resto del once se añadían Adán, Feddal y Durmisi para colocar en mayoría a los zurdos, un rara avis en una alineación de élite a la que ayer acudió Setién ante la carestía de recursos.

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