BIEN podría Manuel Pellegrini parafrasear a Felipe II cuando el desastre de la Armada Invencible. Pasó a los anales la frase del monarca español cuando culpó a los elementos de una derrota tan inesperada. Bueno, pues el milagrero entrenador del Betis bien podría escudarse en la plaga de lesiones si las cosas se tuercen. Afortunadamente, aún no se han torcido del todo y ahí continúa el Betis aunque se vea rodeado de más lobos que antes.

A la plaga de lesiones que arrancó con la de Fekir hace un año en Elche se une ahora la de Isco, el futbolista que sucedió al mago francés en ostentar la bandera de este Betis. Casi veinte lesiones y algunas también de tan largo recorrido como las de Guido y Bartra dan para agarrarse a ellas a la hora de justificar por qué el Betis es el octavo y no el sexto, o el quinto. Y como cuando el percance de Fekir, el de Isco llega en vísperas de afrontar la primera eliminatoria europea.

Y como agarrarse al asidero de las ausencias no conduce a nada que merezca la pena, la pregunta es la de cómo incidirá la lesión del genio malagueño en ese futuro que no sólo será inmediato, sino que puede tener consecuencias negativas a la hora del balance final. ¿Cuál será el peso de la ausencia de Isco en el rendimiento del equipo? ¿Será subsanable aun a sabiendas de que Pellegrini es un auténtico mago a la hora de resolver ecuaciones más o menos complicadas?

Vienen curvas peligrosas en la ruta bética y sin el concurso de Isco, esas curvas se cierran en progresión geométrica. Con Fekir aún lejos de parecerse a sí mismo, a ver quién asume el mando de las maniobras en la yerba para que el Betis no se desplome. Afortunadamente, Pezzella, quizá el hombre más importante de la temporada, sigue como vacunado contra lesiones y toquemos madera. Se abre, por tanto, una nueva encrucijada en el camino del Betis; o sea, lo habitual.