La advertencia de un médico sobre cómo debemos actuar ante un golpe de calor: "Sin tratamiento rápido puede causar fallo multiorgánico y la muerte"

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El organismo, al intentar adaptarse al calor extremo, pone en marcha sus mecanismos de defensa: vasodilatación periférica y sudoración

Estos son los grupos de población más sensibles al calor, según el Colegio de Farmacéuticos de Sevilla

Ola de calor
Ola de calor / Freepik

Con la llegada del verano, las temperaturas en Andalucía, y especialmente en Sevilla, alcanzan niveles extremos que pueden poner en serio riesgo la salud. Con el calor extremo que nos esperan los próximos días, nos obliga a tomar una serie de precauciones que muchas personas aún subestiman y que, por tanto, conviene recordar. Un descuido tan habitual como salir a hacer ejercicio en las horas más calurosas, no hidratarse correctamente o no adaptar el entorno puede desembocar en un golpe de calor, una emergencia médica grave.

El aumento de estos episodios durante las olas de calor estivales es un fenómeno que preocupa a los profesionales sanitarios, ya que no solo afecta a personas mayores o con enfermedades crónicas, sino también a jóvenes sanos que sobrevaloran su resistencia física. Reconocer los primeros signos y actuar con rapidez puede marcar la diferencia entre una recuperación sin secuelas y una situación crítica. El doctor Alberto Kramer Ramos, coordinador del Grupo de Trabajo de Urgencias de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) advierte que un golpe de calor "sin tratamiento rápido puede causar fallo multiorgánico y la muerte".

Así actúa el cuerpo ante un golpe de calor

El golpe de calor se produce cuando el cuerpo pierde su capacidad para disipar el exceso de calor, elevando la temperatura interna a más de 40 °C. Esta situación puede desencadenar una serie de efectos nocivos en cadena: desde el fallo del sistema nervioso central hasta una disfunción multiorgánica que, sin intervención médica urgente, puede ser mortal.

Según el doctor Alberto Kramer Ramos, existen dos tipos de golpe de calor. El clásico, que suele afectar a personas mayores o con movilidad reducida expuestas de forma pasiva a altas temperaturas; y el golpe de calor por esfuerzo, que aparece en personas jóvenes durante actividades físicas intensas bajo el sol. En este segundo caso, los músculos generan calor adicional, y pueden llegar a dañarse gravemente. Este fenómeno, conocido como rabdomiólisis, consiste en la ruptura de las fibras musculares, que libera toxinas en la sangre y puede provocar insuficiencia renal aguda.

El organismo, al intentar adaptarse al calor extremo, pone en marcha sus mecanismos de defensa: vasodilatación periférica y sudoración. Pero si estos mecanismos se saturan o fallan, el calor se acumula rápidamente en el interior del cuerpo. Esto puede dar lugar a inflamación sistémica, daño celular, y alteraciones graves del metabolismo. La situación puede deteriorarse rápidamente, sobre todo si no se identifican a tiempo los síntomas y no se actúa con rapidez.

Entre los signos más característicos que alertan de un golpe de calor se encuentran la confusión mental, desorientación, convulsiones o pérdida de conciencia. También pueden aparecer debilidad muscular intensa, calambres persistentes, dolor de cabeza, náuseas o vómitos. La fiebre alta, el aumento del ritmo cardíaco, la disminución de la orina o la dificultad para respirar son señales de alarma que requieren atención médica inmediata.

Cómo prevenir un golpe de calor y proteger tu salud en verano

La prevención es la clave para evitar un golpe de calor, especialmente en regiones como Andalucía, donde las olas de calor son cada vez más frecuentes y prolongadas. El primer paso es limitar la exposición al sol y al calor durante las horas centrales del día, entre las 12:00 y las 18:00, cuando las temperaturas suelen alcanzar su punto máximo. Es importante mantenerse en lugares frescos, con sombra o ventilación adecuada. Aunque los ventiladores pueden ofrecer cierto alivio, se advierte que su efectividad disminuye si la temperatura ambiente supera los 37ºC.

La hidratación constante también juega un papel crucial. Beber agua con frecuencia, incluso sin sentir sed, ayuda a regular la temperatura corporal. Se deben evitar las bebidas alcohólicas y las que contienen cafeína, ya que favorecen la deshidratación. En cuanto a la ropa, conviene optar por prendas ligeras, de tejidos transpirables y colores claros, que reflejan la luz solar en lugar de absorberla.

La actividad física debe programarse en las primeras horas del día o al caer la tarde, evitando cualquier esfuerzo intenso bajo el sol directo. Quienes practican deporte o trabajan al aire libre deberían aclimatarse progresivamente al calor, con sesiones breves que se incrementen poco a poco durante un periodo de entre 10 y 14 días. Esta adaptación permite al cuerpo mejorar su tolerancia térmica y reducir el riesgo de colapso.

En personas mayores, dependientes o con enfermedades crónicas, la vigilancia debe ser más estrecha. Es fundamental que ellos, y quienes los cuidan, estén bien informados sobre los síntomas del golpe de calor y sepan cuándo pedir ayuda médica. Realizar controles frecuentes, garantizar el acceso a espacios frescos y mantener un contacto social regular puede salvar vidas. Además, en estos casos, se recomienda revisar la medicación habitual con el médico, ya que algunos fármacos pueden interferir con la capacidad del cuerpo para adaptarse al calor.

El doctor Kramer destaca que las estrategias de prevención no solo deben ser individuales, sino también comunitarias. Las campañas de concienciación, los recursos de enfriamiento público y los sistemas de monitoreo durante las olas de calor han demostrado reducir la incidencia de complicaciones graves y la mortalidad, especialmente en los grupos más vulnerables.

Este verano, no subestimes el impacto del calor. Adoptar hábitos saludables y proteger tu cuerpo frente a las altas temperaturas no solo te permitirá disfrutar del verano con seguridad, sino que puede evitarte un ingreso de urgencia que, en muchos casos, es completamente evitable.

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