Arzbobispo de Sevilla, | José Ángel Saiz Meneses

"Los conflictos entre hermandades de Sevilla se resuelven en un clima familiar"

"Los conflictos entre hermandades de Sevilla se resuelven en un clima familiar" / Antonio Pizarro

Es un Miércoles de Ceniza de bastante ajetreo en el Palacio Arzobispal. Varios son los medios de comunicación citados para la entrevista con el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, con motivo del inicio de la cuaresma.

El prelado atiende a Diario de Sevilla en su despacho, inundado por la claridad de una mañana de febrero. Con una sonrisa y un apretón de manos recibe al redactor y fotógrafo.

Antes de nada pregunta si se trata de dar respuestas largas o cortas, para facilitar al máximo la edición. Toma asiento en el sillón. En el reloj de la estancia están a punto de dar las doce. La hora del Ángelus:

-Ésta es su segunda cuaresma en Sevilla. Tras su experiencia en otras diócesis, ¿este tiempo queda fagocitado con las hermandades o gracias a ellas adquiere la importancia de la que carece en otros territorios?

-Fagocitado yo no diría, pero sí condicionado en parte por las hermandades. En la Semana Santa se celebra el misterio pascual de Cristo a través de los oficios y también externamente con las procesiones, que aquí en Sevilla alcanzan la máxima expresión posible. No deja de ser una parte de la fiesta pascual de Cristo. Son celebraciones complementarias y que se refuerzan mutuamente. 

El arzobispo de Sevilla bajo la cúpula de la escalera principal del Palacio Arzobispal. El arzobispo de Sevilla bajo la cúpula de la escalera principal del Palacio Arzobispal.

El arzobispo de Sevilla bajo la cúpula de la escalera principal del Palacio Arzobispal. / Antonio Pizarro

-Lo que está claro es que las hermandades frenan esa ola de secularización que existe en otros puntos de España...

-Sí, son un muro de contención. Y en ellas se materializa, con mucha naturalidad y fluidez, la transmisión de la fe, que antes se llevaba a cabo en las familias, en las escuelas y parroquias y que ahora cada vez cuesta más. En las familias, cuando se acaba de cenar, cada uno se va a su habitación a navegar por internet y a ver sus cuentas en redes sociales, por lo que no hay tiempo para dialogar ni rezar juntos. En la escuela cuesta más y en las parroquias, los que van. También en las cofradías hallamos una importante expresión externa de la fe. Es difícil encontrar a adolescentes y niños que salgan a la calle a manifestar su convicción religiosa. En muchos lugares a la gente le cuesta. Ahora bien, hemos de ir purificando las adherencias que a lo largo del tiempo puedan incrustrarse para centrarnos en lo esencial. Pero no sólo en las hermandades, en todos los sitios.

-En estos meses previos, las cofradías han sido noticia por la polémica suscitada a raíz de los cambios de orden y horarios en Semana Santa. ¿Se corre el riesgo de dar una imagen de egoísmo poco acorde con el Evangelio?

-Las hermandades van creciendo, gracias a Dios. El número de nazarenos aumenta, pero el espacio de las calles y el tiempo, no. Armonizarlo todo no es tan sencillo, hay que buscar soluciones, que no pueden ser satisfactorias para todos, por lo que toca sacrificarse y, a veces, les toca siempre a los mismos. Ahí es lógico que cada uno defienda su terreno. Pero es importante que no olvidemos una cosa: estos conflictos se resuelven en un clima familar, la familia de la Iglesia de Sevilla, y en fraternidad. A veces puede haber tensiones, como en cualquier familia, pero es el horizonte que no debemos olvidar. Luego hay que poner paciencia y sacrificarse.

"Es díficil en otros lugares encontrar a niños y adolescentes que salgan a la calle a manifestar su creencia religiosa"

-En días recientes se ha conocido una nueva incorporación a la nómina de cofradías. Será en el Polígono Sur. ¿La Semana Santa es la fiesta que vertebra la ciudad hasta en las zonas más deprimidas?

-Una de las conclusiones que, al cabo de casi dos años, he sacado desde que estoy en Sevilla es que la sociedad está vertebrada en muy buena parte por las hermandades. 

-Para 2024 se prepara el nuevo Congreso Internacional de Hermandades y Religiosidad Popular. ¿Qué retos deben afrontarse en esa cita?

-El lema, Caminando en Esperanza, tiene dos conexiones. Una, con el congreso de 1999, que poseía un lema muy bueno: Iglesia en camino. Y la otra, con el jubileo de la Iglesia Universal para 2025, cuyo lema es Peregrinos de Esperanza. El lema nuestro aúna los dos conceptos, camino y Esperanza. Este congreso quiere ser una continuidad con el anterior, con toda la vida de las hermandades (que es de siglos) y también una mirada hacia el futuro. Por tanto, ha de convertirse en una cita de gran contenido y de la que esperamos que nos quede un cuerpo de doctrina y de criterios para avanzar en el tercer milenio y ensanchar el horizonte. 

Monseñor Saiz en un momento de la entrevista. Monseñor Saiz en un momento de la entrevista.

Monseñor Saiz en un momento de la entrevista. / Antonio Pizarro

-¿El congreso tendrá un colofón con una devoción universal ligada al lema o se pondrá el foco en la provincia?

-Sólo puedo decir, de momento, que será un gran colofón y que, por supuesto, será integrador. Una devoción bastante integradora.  

-En su reflexión previa a la cuaresma, ha aludido de nuevo a la ley del aborto. ¿Entiende que algunos cofrades lo consideren un derecho?

-El aborto en ningún caso puede considerarse un derecho. Para defender la vida me baso en la Palabra de Dios. "No matarás", quinto mandamiento. La vida es un don de Dios y nadie tiene derecho de quitársela a otra persona, desde su concepción a la muerte natural. Decir "yo con mi cuerpo hago lo que quiero" no es cierto, pues se trata de otra persona que llevas dentro, pero no es tu cuerpo. No entiendo que un cofrade defienda el aborto como un derecho. Yo hablaría con el cofrade para explicarle estos conceptos y la moral católica. 

"Sólo puede decir que el Congreso Internacional de Hermandades tendrá un gran colofón con una devoción bastante integradora"

-Hablando de nuevas leyes, ¿qué opinión le merece la ley trans?

-Debemos fijarnos en el rumbo que están tomando las legislaciones de otros países en los cuales se promulgó una ley similar hace años y ahora están plegando velas. En mi opinión, la ley trans no tiene sentido y es un despropósito. 

-Hace un mes un yihadista asesinó a un sacristán en Algeciras. ¿Echó en falta mayor apoyo de los poderes políticos a la Iglesia católica en esos momentos?

-Quizás podrían haber sido más decididos en su manifestación, pero hubo condenas al acto por parte de todos. También nos debemos poner en el papel de los responsables políticos, que procuran no excitar la situación, sino calmarla. En cualquier caso, deben defender a las personas, sus derechos, al país, sus tradiciones e historia. 

Detalle de la cruz y manos de monseñor Saiz. Detalle de la cruz y manos de monseñor Saiz.

Detalle de la cruz y manos de monseñor Saiz. / Antonio Pizarro

-Estamos en año electoral, en el que los candidatos se dejarán ver por las hermandades con mayor frecuencia de la habitual. ¿Las cofradías y el poder político pueden suponer un binomio peligroso?

-El poder político es un ámbito y las cofradías son asociaciones públicas de fieles, entidades de Iglesia. Ahí tiene que haber una sana colaboración y una relación correcta, institucional y personal. No hay binomio posible. A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César. Ahora, siempre resulta buena la sana colaboración hacia los fieles, que son ciudadanos. 

-El papa Francisco ha aconsejado que las homilías no sean muy largas. ¿Le han llegado quejas de los fieles por las duración de algunos sermones?

-De momento, no (risas). 

-¿Da alguna recomendación a los sacerdotes en este asunto?

-Puede haber homilías largas que no cansen y otras cortas que aburran. Cierto es el refrán que dice "si lo bueno es breve, dos veces bueno". No debe olvidarse que hoy día, según los expertos en comunicación, al personal le cuesta mantener la atención más de ocho minutos. O bien el orador es muy bueno y sabe mantener la atención o de lo contrario, no vale la pena alargarse porque el oyente desconecta. 

"O bien el orador es muy bueno y sabe mantener la atención o de lo contrario, no vale la pena alargar el sermón, porque el fiel desconecta"

-Hay homilías que se convierten en pregones...

-La homilía es una exhortación, en la que se comentan algunas ideas de la Palabra de Dios, con el fin último de tocar el corazón de los fieles y mover a la conversión. Se trata de provocar en los creyentes una sacudida en el corazón para cambiar. No es una conferencia, ni un discurso ni una catequesis. Además, en el mundo actual ya predomina más la imagen que la palabra. El papa Francisco es un ejemplo de ello. 

-Y usted mismo, con su activo perfil de Twitter...

-(Risas). Cuando voy a una parroquia pongo un tuit. Si viene una junta de una hermandad a visitarme, también. Intento tratar a todos igual. Y además, publico pensamientos míos sobre la Palabra de Dios. 

El prelado hispalense en un momento de conversación. El prelado hispalense en un momento de conversación.

El prelado hispalense en un momento de conversación. / Antonio Pizarro

-¿Las redes sociales constituyen un nuevo medio de Evangelización?

-Las redes y los medios de comunicación pueden hacer un bien extraordinario, sin un buen uso provocan mal. En Cataluña, en un curso, nos animaron a los obispos a utilizar las redes. También me convencí cuando el papa Benedicto, tan serio y profundo, abrió una cuenta en Twitter. La mía ha crecido mucho en seguidores desde que estoy en Sevilla. Tengo claro que es para anunciar a Jesucristo, no para narcisismos. Las redes cuentan con muchas posibilidades de Evangelización porque es la forma actual de la gente para comunicarse. 

-No me resisto a hablarle de este asunto. Finalmente se ha retirado la nueva mesa de altar en la recién restaurada iglesia de Santa Clara. ¿Era de su agrado?

-(Largo silencio). Simplemente no encajaba allí. Había que buscar algo que se integrara mejor en el templo. Aún entendiendo el criterio de quienes lo defendían y haciendo un esfuerzo, eso no encajaba. En fin, sin palabras (risas). 

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