La frontera invisible entre barrio y cofradía cada Lunes Santo en el Tiro de Línea

La cofradía de Santa Genoveva por su barrio se alza como uno de los momentos más auténticos de la Semana Santa

Santa Genoveva: Dos tardes hechas a medida, entre la Catedral y el Tiro de Línea

El Cautivo en la calle Almirante Topete // Vídeo de Información Cofrade

Es lunes. Atados a la rutinaria tarea de vivir, salvamos el tráfico de la mañana y atendemos compromisos y obligaciones. La ocupación no deja espacio al pensamiento. A través de la mensajería instantánea, en un instante de descuido, un buen amigo mío cumple su particular rito y me envía una fotografía del Cautivo de Santa Genoveva por su barrio. "Faltan 9", me escribe. La semana pasada, diez. La anterior, once... Así hasta el Lunes de Pascua. Es nuestra cuenta intransferible. No somos del Tiro, no somos de la cofradía. Ni siquiera lo conocíamos cuando empezábamos a tomar consciencia de nuestra Semana Santa. Ni nos llevaban nuestros padres, ni vivimos cerca. Pero no faltamos jamás. No sabemos por qué; nunca nos lo hemos planteado ni hemos reflexionado al respecto. Por gusto, por tradición, por pura amistad. ¿Por identificación personal?

Esta fotografía nos sirve a los dos como un ejercicio de regreso a lo que vivimos cada Lunes Santo. No lo vamos a explicar; todo aquel que haya "probado"(parafraseando a Lope) el Tiro de Línea cuando sale su cofradía, lo sabe. Es un universo infinito. Todos los años me obligo a tomar papel y lápiz para anotar todo cuanto observo y después transcribirlo, pero después, poco antes de subir al autobús, comprendo que estaría siendo injusto con la verdad. No hay literatura en algo tan serio como el Cautivo en la calle.

A lo lejos se divisa. Como un estandarte abriendo un batallón; como un mástil maestro desviando tempestades sobre la cubierta del problema. Tal si fuera un cometa en los espacios humanos, una Victoria de Samotracia que recupera un armazón maniatado sobre los mares de la civilización. En suma, el Cautivo, tan solo él y tan llenos nosotros.

Viene el Cautivo

Cuando llega, nos disponemos en uno de los costeros. Y lo demás es la vida misma. Los niños juegan a alcanzar el canasto, las mujeres se aferran a algún milagro, los hombres tuercen el gesto y, serios, se muerden los labios bajo los naranjos. "¿Por qué te lo llevaste, Señor?" "¡Paco! Dame un abrazo..." "¡Qué grande está ya la niña"! ¡"Esta marcha es de las de antes, hermano!" Suena Alma de Dios. Linares sienta magisterio.

Sobrepasados. Exhaustos. Casi derrotados. Pero felices. El Cautivo avanza camino del Porvenir y en el imaginario de los hermanos se cruza la vía del tren, dejando atrás una infértil consecución de urbanizaciones, edificios y avenidas. La cofradía está en la calle. Ventea, amenaza lluvia. En tan solo un centenar de metros se nos ha revelado la vida misma. Faltan nueve para el Lunes Santo.

Vídeo cortesía de Información Cofrade.

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