Jueves Santo en Sevilla, una novela total
Jornada plena y bulliciosa que se inició con el regreso a casa de San Gonzalo y en la que hubo hasta visita real
El Jueves Santo, en directo
El programa de la Semana Santa de Sevilla
El Jueves Santo de 2025 es como una novela total de esas de mil páginas en las que pasan muchas cosas a la vez, que tan bien se les da a los grandes escritores norteamericanos. Como si la hubiera ideado Thomas Pynchon, Don Delillo o David Foster Wallace, la crónica de este maravilloso día arranca de madrugada, cuando Madre de Dios de la Palma llega a la plaza del Cristo de Burgos a los sones de una marcha antiquísima, A la memoria de mi padre, compuesta por Manuel Font Fernández en 1899 e interpretada, como siempre magistralmente, por la banda del Maestro Tejera. Manda Antonio Santiago hijo, que se da cuenta de algo casi imperceptible. Abajo sus hombres han cogido ventaja y él rectifica y no levanta el paso. "Los zancos en el suelo, ¿eh?", y repite la llamada. Ahora sí, tos por iguá, a esta es y una levantá de libro, con los costaleros recibiendo arriba el peso del palio y un gemido de esfuerzo que sale de los respiraderos cuando los palos se asientan sobre los morrillos.
Se va el paso con sus claveles rojos de tiempos antiguos, con Amarguras a la altura de cierto bar que antaño era muy frecuentado por sevillanos y hoy es un paraíso del turista, donde se almuerza a las doce y se cena a las seis. Y se va también un Miércoles Santo ya convertido en Jueves que, de ser una gran novela americana, tendría su siguiente capítulo bien temprano, de amanecida, en Triana, al otro extremo de la ciudad. Apenas hay claridad cuando ya hay algunas personas esperando ante la puerta de la parroquia de San Gonzalo. Quieren ver el regreso de la cofradía del mismo nombre, que se tuvo que refugiar de la lluvia el pasado Lunes Santo y se quedó en la Catedral.
Sale la cofradía de vuelta a las ocho de la mañana, hora a la que ya está cortado el Paseo de Colón y los usuarios de la Línea 21 se bajan en la Plaza de Cuba. No avisa nadie en el autobús hasta que éste no se desvía. En esta semana, ser conductor de Tussam debe ser complicado. Viene el misterio del Soberano Poder con el acompañamiento musical de la banda de las Cigarreras, cuyos componentes deberían contar después como hicieron para superar este maratón de cofradías que se les ha puesto por delante. Terminaron la noche del Miércoles Santo pasadas la una de la mañana en Los Panaderos, por la mañana estaban con San Gonzalo, por la tarde acompañaron a su cofradía, Las Cigarreras, y este Viernes Santo irán con las Cigarreras. Y, hasta este Jueves Santo, seguían tocando a un nivelazo. Héroes.
Llueve durante el traslado de San Gonzalo. Poca cosa, una llovizna débil que no estropea demasiado la vuelta de la cofradía. Si hubiera apretado, se habría tenido que refugiar en algún sitio y buscar otro día. Habría salido San Gonzalo tres veces este año. Y eso que le negó el Arzobispado una salida extraordinaria por el 50 aniversario de la hechura del Señor. Pero eso queda para una posible novela, porque en la realidad lo que ocurrió fue que los dos pasos de la cofradía entraron en su templo sobre el mediodía, tras un traslado con cierta premura.
La llovizna cesa y se abre una de las mañanas más bonitas del año en Sevilla, la de las visitas a los templos del Jueves Santo y la Madrugada. Hay mantillas en la calle desde primerísima hora. "Estas pobres no llegan a las cinco de la tarde", dice una mujer cuando las ve. Los armaos montan guardia en la Macarena. Allí llega un señor con pantalones vaqueros y un jersey azul marino que resulta que es José María Aznar. Al ex presidente del Gobierno, que está extremadamente delgado, nadie le ha asesorado cómo se debe vestir en Sevilla un Jueves Santo. O a lo mejor es que le da igual todo. El caso es que el escolta va mejor que él.
Otra ilustre es la Reina emérita, Doña Sofía, que está en Sevilla de visita privada. No venía a la Semana Santa desde 1984. Por la tarde se la vio en la Magdalena en la salida de la Quinta Angustia. A la hora de cierre de esta crónica, estaba prevista su presencia en la Macarena a medianoche. Sale el sol, aunque no como otros Jueves Santo. Hay nubes y una brisa fresca que hace presagiar una Madrugada fría. No hay riesgo de lluvia y salen todas las cofradías, algo no tan habitual en los últimos Jueves Santos. En 2019 vimos una granizada mucho más intensa que la que destrozó la jornada del pasado Martes.
Inician las procesiones de la tarde los nazarenos blancos con escapulario azul de Los Negritos, una cofradía de las más antiguas de Sevilla, con una historia fascinante que se remonta al siglo XIV. A quien la ve este Jueves Santo le llama la atención el exorno floral de ambos pasos, un espectáculo. Lleva la Virgen de los Ángeles unas flores azules, una vuelta de tuerca más al modernismo de un palio que tantos moldes rompió en su día. La Ronda se viste de gala para ver salir la cofradía. Hay un fotógrafo o cámara subido en el campanario de la capilla. Sale el palio con su marcha, Virgen de los Negritos, que arranca con los acordes de la canción Angelitos negros, de Antonio Machín. El cantante cubano, con sus maracas, tiene una estatua en la plaza de Carmen Benítez, frente al templo de donde sale la hermandad.
El epicentro de la jornada, al menos de las primeras horas de la tarde, está en el eje que va desde Santa Catalina a las Setas. La gran novedad de este año es la salida de las Cigarreras desde el templo de los Terceros, por las obras en su capilla y el entorno de Tabacalera. Se agolpa el público en toda la zona, porque primero se puede ver la salida de Los Caballos. Apenas se puede pasar para presenciar un acontecimiento que puede ser llamado histórico, pues las Cigarreras no salía de esta iglesia desde 1904. En un mundo cofrade en el que se abusa del término histórico, esto que sucede por primera vez en los últimos 121 años quizás sí merezca dicho calificativo.
La tribuna de las Setas está a reventar de público. Hay mucho turista despistado. Y también mucho sevillano que no se sabe mover, quizás porque el centro ya se ha convertido en una zona a la que venir muy pocas veces durante el año, ante la explosión del turismo y el auge de los precios en la hostelería, por no hablar del de la vivienda. El caso es que lo de que el sevillano se sabe mover en la bulla es más ya un mito que otra cosa. El sevillano está cada vez más tenso, salta a la primera y responde con un "usted se cree que la calle es suya" cuando uno solo quiere cruzar una calle.
También se observa cierto desaliño en el atuendo. El gran perjudicado es el calzado clásico. Las zapatillas de deporte pegan con un traje lo mismo que un santo con dos pistolas, pero están ya demasiado extendidas. Quizás por influencia de futbolistas o entrenadores modernitos, lo cierto es que son muchos, y ya no tan jóvenes, los que han optado por unas New Balance o unas Munich como calzado de Jueves Santo. Y en ellas arrasan las Converse blancas con vestidos oscuros. Quién le iba a decir a la marca que convirtió sus All Stars en un icono de la contracultura que serían usadas ampliamente por un público que iba a ver cofradías en Sevilla un Jueves Santo.
Alguien ha pensado que colocar los baños portátiles en mitad de la plaza de la Encarnación era buena idea. La estructura, una especie de caracola, tapa la visión desde lejos del misterio de Los Caballos, uno de los mejores pasos para no ver precisamente en primera fila. Gusta ver desde cierta distancia esta impresionante representación del momento en el que se alza la cruz. Se aprecia así ese andar pesado, alejado de izquierdazos, costeros y demás florituras costaleriles. Desde lejos se ve cómo caen los kilos sobre los costaleros. Todavía se observa mejor en la vuelta, cuando ya llevan varias horas y los cuerpos están mejor adaptados al trabajo.
Pica el sol y la calle Laraña está llena de público. Los bares están a reventar. Hay muchos carritos que dificultan el paso. Poco o nada se han tenido en cuenta las indicaciones de los semáforos que publica la cuenta oficial de los servicios de emergencias del Ayuntamiento de Sevilla, que van indicando en tiempo real las zonas que ya están colmatadas de público y a las que mejor no acudir con carros, sillas y otros elementos que puedan obstaculizar la movilidad.
Sale Montesión y en la Magdalena la Reina Sofía ve la salida de la Quinta Angustia desde dentro. Es el mismo templo en el que estuvo, de la mano de su hijo, el 31 de enero en el funeral de su sobrino político, Fernando de Borbón y Medina. En la calle Rioja hay más gente que el Domingo de Ramos. Hay quien espera la cofradía viendo en el móvil el partido del Betis, que se juega pasar a semifinales de la Conference League contra el Jagiellonia. Le anulan un gol al equipo polaco en el momento en que la cruz de guía velada llega al cruce de Rioja con Tetuán. Los armaos van a por su capitán, pasan por el Pumarejo y visitan el hospital Macarena. Salen el Valle y Pasión para completar un Jueves Santo pleno, de ensueño, del que podrían escribirse mil páginas y más, un novelón cada año, uno por cada uno de los miles de ciudadanos que poblaron las calles de Sevilla. El próximo capítulo, la Madrugada.
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