Los nuevos caballeros 'veinticuatro'

Retahílas

Miembros de la asociación de amigos del Parque de María Luisa, la mayoría son cofrades y maratonianos Entre la carrera oficial y la popular, hay nazarenos, costaleros, consiliarios.

Cofrades maratonianos se proveían ayer en La Raza. En primer plano, Almudena, que correrá su tercer maratón de Sevilla.
Cofrades maratonianos se proveían ayer en La Raza. En primer plano, Almudena, que correrá su tercer maratón de Sevilla.
Francisco Correal, Sevilla

23 de febrero 2013 - 05:03

SON como nuevos caballeros veinticuatro. Maratonianos y cofrades, de carrera popular y de carrera oficial. Con el número 24 prendido en el procesador mental de sus agendas. Ha querido el destino de este 2013 que los días 24 de febrero y 24 de marzo caigan en domingo, fechas en las que estos dobles militantes de la pasión múltiple disfrutarán del maratón de Sevilla y del Domingo de Ramos. El tercer domingo 24 del año cae en noviembre, día de San Clemente, coincidiendo con el día que el libro de la historia de la ciudad cambió de página. Y propició la Semana Santa.

El maratón de Sevilla pasa mañana por la puerta del restaurante La Raza. "Es el kilómetro 33", dice José Ignacio de Rojas, directivo de esta cadena hotelera, hermano de la Soledad de San Buenaventura y costalero de San Gonzalo. Ayer hizo las veces de mantenedor de esta etapa de avituallamiento para los integrantes de la asociación Amigos del Parque de María Luisa, que junto a sus numerosos atractivos artísticos, bucólicos y botánicos es el circuito más agradable para ejercer el noble arte de correr sin la imperiosa necesidad de llegar.

Después de esta comida frugal a base de carbohidratos, un doble buffet de ensalada y de pastas -carbonara, boloñesa, cuatro quesos-, los maratonianos cofrades se dirigieron en buena compaña hasta el estadio de la Cartuja para recoger sus dorsales, que son como las papeletas de sitio. José Ignacio tiene el 1812, como si le persiguiera el espectro del bicentenario de la Pepa. No todos son cofrades: hay gentiles, algún republicano -que olvida que la Estrella salió en 1932- y un aficionado del Agnóstico de Madrid.

Antonio Franco lleva más de treinta maratones a sus espaldas. Sus asignaturas pendientes, el de Nueva York, donde estuvo pero se suspendió por primera vez en su historia a consecuencia del huracán Sandy, y París. Tiene una cita pendiente en la ciudad de la Luz. Pero además del de Sevilla ha corrido tres veces el de Berlín, como buen suegro de un alemán que ejerce la diplomacia en Tel-Aviv, y los de Oporto, San Sebastián, Boston, "la crême de la crême de todo maratoniano", y el de Florencia, donde no sucumbió al síndrome de Stendhal. Además de sus maratones, su perfil cofrade: "Mi hermandad es el Buen Fin; mi cofradía, la Amargura de San Juan de la Palma; y mi pasión, el Señor".

Antonio Masutier no correrá el maratón de mañana. Es hermano del Gran Poder y preside la Asociación de Amigos del Parque de María Luisa. Recomienda a sus integrantes que no olviden en sus entrenamientos previos la escala del sueco Gunnar Borg, un pentagrama de piernas y músculos desde Reposo a Máximo.

Fernando Martínez Cañavate (Sevilla, 1955), médico de profesión, es la quintaesencia del atleta posmoderno. Cuerpo y alma en síntesis perfecta. A sus maratones le añade 37 años de costalero repartidos entre el Cachorro, la Paz -que pasa cada Domingo de Ramos delante de La Raza- y Pasión, donde sigue bajo la trabajadera atento a los imperativos del llamador.

Iñaqui Andújar, técnico de profesión, también tiene sus trienios de costalero. Centauros de un desierto que aparece en el episodio evangélico de las tentaciones, estos cofrades maratonianos conviven en perfecta armonía con el grupo mixto de ajenos, escépticos, curiosos o descreídos como Julio Molina. Diego Ortiz es madrileño de cuna y sevillano de ascendencia. "Soy agnóstico, pero me dejan ir a las tertulias cofrades". Corrió seis maratones de Sevilla y uno de Nueva York. Agustín de Vicente es de Salamanca y tiene en sus compañeros unos perfectos introductores en una semiótica que le resulta lejana. Como el Dios de Unamuno.

Van llegando nuevos atletas a la cita con los carbohidratos. Juan Muñoz (Sevilla, 1960) es responsable de administración y personal de la empresa en la que trabaja. Trianero, es hermano de la Veracruz y correrá su noveno maratón. El más cofrade de los números ordinales.

En el grupo hay nazarenos, costaleros, algún hermano mayor y hasta un consiliario de capataces y costaleros de los tres pasos de la hermandad del Amor. Ya están las calles del centro con las señales del maratón, por fin esta vigésima séptima edición se adentra en el casco histórico, en las calles que recorrió Abel Antón cuando ganó la medalla de oro de maratón en los Mundiales de Atletismo de 1999.

"Pasa por Tetuán, pero no por Sierpes", dice Franco, el más cosmopolita de los maratonianos. Enrique Caldeiro comparte la dieta y el entusiasmo, pero él no recogerá ningún dorsal. "Todavía no me he recuperado de un accidente de moto del año pasado". Este sevillano de apellido gallego, hermano del Gran Poder, corrió el maratón de 2005, el año que llegó Ratzinger al Vaticano.

Una foto del inédito maratón de Nueva York. En ella se ve a Antonio Franco y a una maratoniana singular que correrá su tercera edición del de Sevilla. Almudena trabaja de administrativa en un centro médico. Aunque no es muy ducha en temas cofrades, les recuerda a sus compañeros de afición que ella es de Utrera, la patria chica "del imaginero del Cachorro, Ruiz Gijón".

Hoy se cumplen 32 años del 23-F. Estos maratonianos cofrades prefieren el día después para conjurar esos fantasmas, para entonar su particular todos al cielo. Forman la tertulia cofrade La Torrijera, que no tiene nada que ver con Torrijos. Y el nombre de ese conciliábulo cofrade también sirve de reclamo de una insólita prueba de atletismo en la que se produce la síntesis entre estas dos pasiones. "Cada Domingo de Ramos quedamos citados a primera hora junto a la glorieta de la Universidad", dice José Ignacio de Rojas, "y hacemos la Carrera Torrijera. El recorrido incluye numerosas iglesias de la ciudad. Antonio Franco hace de cruz de guía y nos marca el paso".

"Como soy el crucero", explica el timonel de ese minimaratón entre templos, "siempre incluyo tres puntos obligatorios: la Macarena, el Gran Poder y San Juan de la Palma". Una mañana de Domingo de Ramos con alardes míticos de Madrugada. Corredores que siguen en zig-zag la senda del protocolo de los armaos de la Macarena y le ponen unas plumas simbólicas a Abebe Bikila, el etiope que ganó descalzo el maratón de los Juegos Olímpicos de Roma de 1960, segundo año del pontificado de Juan XXIII.

Diputados de tramo de la carrera más legendaria del atletismo. Homenaje a Filípides, que tuvo que correr para informar de la batalla de Maratón al carecer los griegos de medios más modernos. Paradojas del progreso. Si en la antigua Grecia hubiera habido correo electrónico, esta prueba de los 42,195 kilómetros no se llamaría Maratón.

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