El paso del tiempo
Tribuna de Opinión
La veterana periodista narra su vinculación con la Hermandad de la Redención tras más de 40 años retransmitiendo sus salidas los Lunes Santos
Angelita Yruela: "La Virgen del Rocío es como mi hija"

He visto crecer a niños que se convirtieron en hombres. Niños que me hablaban de tú y que luego me empezaron a tratar de usted. He visto crecer a la hermandad y he visto aumentar la devoción hacia el Señor y la Virgen. ¡Esta cofradía forma parte de mi vida!
Por eso tenía que estar presente en el Pregón de la Semana Santa de Sevilla que pronuncié en el Teatro de la Maestranza el 7 de abril de 2019.
La primera vez que retransmití la salida de la procesión la plaza se llamaba de López Pintado. Yo acababa de hacerme hermana. Lo recuerdo como si fuese hoy. El hermano mayor entonces, Fernando Baquero, puso su espalda como mesa de apoyo. Y allí rellené mi solicitud y posterior inscripción, mientras tomábamos una cerveza en el Tremendo. Año 1986. Que conste. Y sin entrar en detalles.
Entonces el sacristán, Enrique Martínez, vivía en lo que llamaban la cueva, lo que hoy en día es la priostía. Yo tuve el privilegio de mezclarme entre aquellos escasos nazarenos sobre los que emergía la figura de un pedazo de sacerdote como fue don Eugenio Hernández Bastos. Era una época en la que las mujeres no salían en la procesión. Angelita Yruela era la única mujer que deambulaba por allí como si fuera su casa. Que lo era. Y lo sigue siendo. Y allí estaba yo. Una joven periodista que empezaba a tratar de contar y transmitir las emociones a través de un micrófono. La banda de Arahal tocaba tras el misterio del Beso de Judas, y la Cruz Roja, con sus uniformes verdes, tras la Virgen del Rocío. Y apenas 400 nazarenos.
Un Lunes Santo de pedida de mano
Quiero pensar que la radio ha contribuido a enriquecer la nómina de nazarenos de la hermandad. Casi 40 años retransmitiendo emociones. Mi marido pidió mi mano un Lunes Santo, dentro de la iglesia de Santiago, a un costalero sudoroso que acababa de salir de las trabajaderas del paso de misterio. Ese costalero se encontró, casi se tropezó, con el maestro Marvizón. El costalero era mi hermano Jóse Ángel, el mayor. Y les aseguro que en ese momento estaba para cualquier cosa menos para que le pidieran mi mano ¿Entienden por qué la hermandad forma parte de mi vida?
El tiempo pasa rápido, veloz como una cofradía de ruan. Nunca se arría el paso del tiempo, siempre avanza de frente. A paso de mudá. El próximo 5 de julio tendremos el privilegio de ver coronada canónicamente a la Santísima Virgen del Rocío. Han pasado muchos años desde esa primera vez, desde esa primera conexión. Guardo en mi memoria el sonido de la rampa de madera crujiendo, el olivo acariciando el dintel de la puerta y esa plaza que afortunadamente conserva su esencia, su inclinación precisa, sus chinos como asfalto y sus edificios encalados. Todo sigue igual. Solo ha pasado el tiempo.
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