El Palquillo

"Recuerdo, cuando desperté, ver a la Macarena vestida con la mantilla blanca"

Sergio Morante, periodista, guarda una especial historia con la Virgen de la Esperanza

Sergio Morante, periodista, guarda una especial historia con la Virgen de la Esperanza

Su madre y su abuela son almerienses, tierra donde se profesa abiertamente la devoción a su patrona, la Virgen del Mar, y en el caso de esta familia en particular, a la Virgen del Consuelo, que recibe culto en la Rambla Alfareros y procesiona cada Jueves Santo. Sin embargo, desde que tiene uso de razón, Sergio Morante, periodista y compañero, recuerda que en la Plaza de Toros de Almería existía una estampa de la Virgen de la Esperanza, la Macarena, imagen que su madre veneraba con cariño y sinceridad, sin motivos ni razones aparentes. Era suficiente una fotografía.

En el año 1993, Sergio y su familia se trasladan a vivir a la capital. El primer día, nada más apagar luces y motores, aún con las maletas en el coche, fueron inmediatamente a visitar a la Macarena. Desde entonces, se fortaleció estrechamente la devoción de esta familia a la Virgen de la Esperanza. 

Una década después, un episodio aislado de meningitis afectó gravemente a Sergio, que por aquel entonces vivía puerta con puerta con la parroquia de San Julián. Tras ser examinado in situ por los servicios de emergencia, fue trasladado a la clínica Santa Isabel, donde no disponían de los medios necesarios para atenderle. De este modo, y al contrario de lo establecido y esperado, tuvo que ser asistido en el Hospital Virgen Macarena. Allí, sin apenas oxígeno en el cerebro, ingresó en UCI, y los facultativos advirtieron a la familia que el caso se mostraba extremadamente complejo y delicado. Recibió la extrema unción. 

Sergio Morante estuvo en coma durante setenta y dos horas. Durante aquel tiempo, su madre, inválida, se apostaba casi a todas horas en un hueco de una escalera donde le rezaba a la Virgen de la Esperanza, muy presente en el hospital y en diferentes formatos. En el momento que algunas enfermeras descubrieron a la buena mujer, acudieron presurosas a ofrecerle consuelo y ayuda. Al conocer su situación, desde aquel minuto cero, todo el personal sanitario mostró infinita prestancia para paliar la incertidumbre y el dolor de la madre de Sergio, que solo encontraba soporte y alivio en los ojos de la Macarena. 

La Macarena La Macarena

La Macarena / Gard

Le ofrecieron comida, transporte, conversación, amistad... La historia llegó a oídos de varios hermanos de la corporación, que no dudaron en colaborar en la medida de sus posibilidades, que en estos casos, son infinitas. Le trajeron pañuelos y alfileres, la llevaban a la Basílica cuando estaba cerrada, la dejaban cerca de la Virgen para que, frente a frente, mujer a mujer, se dijeran esas cosas que solo comprende una madre. 

Sergio despertó. Y -lo transcribe emocionado- en ese momento, en ese fotograma definitivo, tan solo vislumbra dos instantes, dos fogonazos de luz sobre el abismo de la muerte: una pulsera de la Hermandad de la Macarena, verde y blanca, y, lo más reseñable, el rostro de la Virgen de la Esperanza irradiando blancura, sobre el que solamente descansaba una mantilla blanca. 

A día de hoy, no encuentra explicación a aquella visión sobrevenida. Pudiera ser una estampa que nunca apareció -en las UCI no permiten la entrada de objetos ajenos a lo puramente sanitario-, un cuadro en la estancia... Pero en aquella revelación, la Macarena aparecía de frente. Ella misma. Sin aditivos. 

"Dentro de lo que cabe, me siento afortunado. Mi primer recuerdo de esta segunda vida es la cara de la Macarena y el contarle a mi madre todo cuánto me había pasado. Superé una mezcla muy agresiva de medicamentos, pero sobreviví. A día de hoy apenas se revelan secuelas. Quiero destacar y agradecer a los sanitarios y hermanos de la Macarena el comportamiento con mi madre. Sin saber quién era, se volcaron con ella. Le llevaron de todo. No la dejaron sola nunca". Esta historia la contó el propio Sergio en Macarena TV, el espacio televisivo de la corporación, concretamente en el programa El Atrio.

Sergio, hermano de la Macarena, tiene tatuada un ancla. El jueves se confirmó en la fe católica, delante de aquella Virgen que, con una toca blanca, vestida de primavera, le enseñó todo cuanto había a las puertas del cielo. 

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