Órgano vital de la ciudad de Sevilla

Rincones con encanto | Alameda de Hércules

Por decisión del Conde de Barajas en 1574, esta zona dejó de ser brazo del Guadalquivir para convertirse en un lugar para el paseo y la habitabilidad

Hércules y Julio César, inmortalizados en la cara sur, la más cofradiera de la Alameda de Hércules.
Hércules y Julio César, inmortalizados en la cara sur, la más cofradiera de la Alameda de Hércules. / Ruesga Bono
Luis Carlos Peris

16 de abril 2019 - 04:02

Con el clavo donde asirse del paso de los Javieres en este Martes Santo por la Europa traemos a este apartado un lugar de los auténticamente emblemáticos de la ciudad. La Alameda de Hércules se halla en una zona que fue brazo del Guadalquivir, zona inundable situada en la cota más baja sobre el nivel del mar, y laguna desecada que empezó a urbanizarse en 1574 por mandato del Conde de Barajas. Hasta entonces se llamó Laguna de la Feria y a partir de ese Siglo XVI tomó el nombre de Alameda por la cantidad de álamos que allí se plantaron, más del millar y medio, junto a seis fuentes que le dieron a la zona una habitabilidad nula hasta entonces.

A mediados de XIX tomó el nombre de Alameda Vieja a fin de diferenciarla de la que ya existía en el Paseo de Colón. Ya en 1845 fue bautizada como Alameda de Hércules por referencia a las estatuas que rematan las columnas, una de ellas representando a dicho héroe mitológico, considerado por la leyenda como el fundador de la ciudad; a su lado, la efigie de Julio César por su papel regeneracionista de Híspalis. Esas dos columnas están también dedicadas a los artífices de aquel Imperio en el que nunca se ponía el sol, al Emperador Carlos y a su hijo, Felipe II. Ya en 1764, Cayetano de Acosta labró otras dos columnas, las que cierran el paseo por su cara norte, y están coronadas por los escudos de España y el de Sevilla.

Tomando el sentido de las agujas del reloj, las calles que fluyen a la Alameda son Calatrava, Peral, Relator, Peris Mencheta, Belén, Vulcano, Niño Perdido, Barco, Amor de Dios, Trajano, Potro, Santa Ana, Arias Montano, Recreo, Juan de Oviedo y Lumbreras.

Durante los siglos XVII y XVIII, la Alameda alternaba su condición de paseo agradable con seguir siendo la cloaca de la ciudad. Y así, en su confluencia con Trajano, el estancamiento de aguas fecales la convertían en una zona casi inhabitable. Si la zona más al norte era el principal paseo de la urbe, la zona meridional era un muladar frecuentado por ganado de todo tipo, predominando de cerda, equino y vacuno.

Hasta mediados del XIX, la Alameda era espacio de mayor extensión. Y fue reduciéndose mediante varias operaciones urbanísticas. En 1857, el arquitecto municipal, Balbino Marrón trazó un proyecto de alineación de la fachada occidental, creando cinco manzanas de edificios, mediante la prolongación de Jesús del Gran Poder y con la apertura de las calles Leonor Dávalos, Urraca Osorio, Arias Montano, Recreo yJuan de Oviedo. En 1870 también se acortó la fachada meridional mediante la creación de las calles Potro, Santa Bárbara y Delgado junto al alargamiento de Trajano.

Como edificio más distinguido en la Alameda se encuentra la Casa de las Sirenas, situado en la cara de poniente. Se trata de un palacete de 1881, hoy edificio municipal utilizado como centro cívico, en el que se organizan exposiciones, cursos, talleres y actividades culturales y vecinales. Este inmueble fue construido por orden del Marqués de Esquivel y diseñado por el arquitecto Joaquín Fernández Ayarragaray. En las cercanías de la Alameda, en la calle dedicada al Conde de Barajas, también se halla la casa en la que nació el escritor romántico Gustavo Adolfo Bécquer. Este edificio era una especie de contrapunto a la fila de palacetes que obraban en la acera de enfrente, donde sobresalían edificios como el que habitaba la familia de los Gallos o el de también torero Chicuelo, casa esta última que sigue en pie. Al fallecimiento de su última propietaria, Susana Pérez de Guzmán y Pickman, en 1971, la casa estuvo en estado de abandono, adquiriéndola el Ayuntamiento en 1989 a su propietario, Gabriel Rojas Fernández. Su rehabilitación duró ocho años, siendo inaugurada en 1998 como centro cívico del barrio.

Durante casi la totalidad del Siglo XX, la Alameda fue zona de mala nota, contabilizándose en 1989, la nada corta cifra de 35 prostíbulos en ella y en su zona de influencia, mayormente por la Plaza de la Mata y aledaños. La prostitución y la juerga eran los elementos más definitorios de la Alameda y en diciembre de 2008 se terminaron oficialmente las obras de remodelación que la dejaron como está entre una fuerte opinión en contra de un proyecto que la despersonalizó de forma indiscutible.

Ahora es un centro donde explosiona la vida casi permanentemente, pero viene la Alameda a este apartado por la importancia que tiene allí la Semana Santa, sobre todo por el espacio que va desde la fachada sur a las columnas de Hércules y de Julio César Si el domingo todo empezó con la Hiniesta y la Amargura en sus respectivos caminos de ida a la Campana, mañana será la novísima cofradía del Carmen Doloroso la que discurre desde la desembocadura de Peris Mencheta hasta Trajano. Claro que lo mejor estará por llegar también mañana con La Lanzada, el Jueves con Montesión y en la Madrugada con esa explosión que representa la Macarena, que quien no ha visto a la Macarena por la Europa no sabe lo que representa elevar la Semana Santa de Sevilla a la enésima potencia. La Alameda, zona de putas y cantaores en otro tiempo, aun perdiendo parte importante de su ADN, es hoy uno de los órganos vitales de esta ciudad llamada Sevilla.

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