La verdad sobre los bares

Pareciera que se han clausurado todos los negocios durante toda la semana, cuando sólo se trató de un adelanto en la hora de cierre de algunos

El palquillo de la Plaza de la Campana, en una de las mañanas de la pasada Semana Santa.
El palquillo de la Plaza de la Campana, en una de las mañanas de la pasada Semana Santa.

08 de abril 2018 - 02:00

L A pasada Semana Santa no han cerrado los bares. Han tenido que adelantar el horario de cierre algunos, pero sólo algunos y en una noche en particular. Conviene dejar esto bien claro porque la diferencia de planteamientos es sustancial. El alcohol no es la causa de los males que amenazan esta Semana Santa del siglo XXI, pero sí influye negativamente cuando está presente en las grandes concentraciones de personas. En todas. Y es obvio que en los bares se distribuye alcohol. Recuerden, por ejemplo, que desde hace años no se despachan fermentados ni mucho menos destilados en los estadios de fútbol, como no se comen palomitas en la ópera (¡bravo, señor alcalde!). Los bares que tuvieron que echar la verja a la una de la madrugada del Viernes Santo fueron muy escogidos, en lugares donde en años anteriores hubo peleas, riñas, agresiones, botellonas y excesiva acumulación de basura (vidrio, latas, etcétera). Este alcalde de izquierdas ha lanzado un mensaje muy claro: el alcohol es incompatible con la Madrugada. Anda que si un alcalde de derechas hace lo que ha hecho Espadas lo están linchando a los dos minutos: reabrir la caseta municipal (¡al jamón, al jamón, que viene con picos!), quitar todos los veladores de la Campana, alquilar para canapés los lugares con encanto de la ciudad y dejarnos sin bares abiertos a ciertas horas en las principales calles del centro en la noche más importante del año. ¡Qué rentable es la superioridad moral de la izquierda!

Pero no olviden que numerosos bares de Sevilla ya venían cerrando en la Madrugada desde años atrás por propia iniciativa de los señores taberneros. Algunos interesadamente quieren enfocar este asunto como si se hubieran cerrado todos los bares durante toda la Semana Santa, cuando no se ha tomado ninguna medida excepcional en los bares que afecte a todos los días de la fiesta. La única medida drástica ha sido en determinadas calles y sólo ha consistido en un adelanto de la hora de cierre.

Hemos vivido una Semana Santa sin botellonas próximas a las cofradías

Otra cosa. La medida que obligaba a retirar los veladores una hora antes al paso de una cruz de guía tiene más de diez años de antigüedad. La única mesa que se queda instalada al paso de una cofradía es la del palquillo de la Campana. La aplicación y ampliación de estas medidas a otros establecimientos es una petición razonable del sector de hostelería. Los hosteleros tienen toda la razón cuando se quejan de que los chinos están abiertos mientras ellos tienen que cerrar antes. En general se ha hecho muy bien para tratar de reducir el impacto de la botellona y, efectivamente, se ha conseguido. Hemos vivido una Semana Santa sin botellonas en lugares próximos al paso de las cofradías, sobre todo en el conocido como segundo anillo circundante a la carrera oficial. Se han reducido los nazarenos heridos por cortes en los pies, pues de 91 heridos en 2017 se ha pasado a 14 en 2018. Se ha reducido el riesgo por conductas agresivas por efecto del consumo de alcohol asociado a otras sustancias. Y se ha reducido la recogida de restos orgánicos en calles muy representativas del centro, donde los botellines y las latas casi han desaparecido (Arco del Postigo, Arfe, Adriano, Salvador, Cuesta del Rosario, Pescadería, Duque, Alemanes, Argote de Molina, Reyes Católicos, San Pablo, Julio César, etcétera).

Con este panorama es una pena que el Ayuntamiento se ponga de perfil cuando se le pregunta por ciertos asuntos de logística estrictamente cofradiera. ¡Con la claridad de ideas que hay en el equipo del teniente Cabrera! Esta Semana Santa requiere de mucho levantamiento de alfombras, mucha retirada de mesas y sillas y mucha limpieza a fondo.

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