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Calle Rioja

Sesenta años de la apertura del hotel Ducal

  • Historia. En medio siglo de funcionamiento tuvo sólo dos directores, padre e hijo. Edificio de Delgado-Roig y Balbontín, después de su venta volverá a abrir sus puertas como hotel

El hotel Ducal, que abrió en 1959 y cerró en 2010, todavía conserva el letrero.

El hotel Ducal, que abrió en 1959 y cerró en 2010, todavía conserva el letrero. / José Ángel García

SU madre no está en la foto de aquel 18 de marzo de 1959. Un sacerdote bendecía las instalaciones del hotel Ducal, que abriría dos días después, hoy hace sesenta años. Era Viernes de Dolores, la onomástica de Lola González, la mujer que no estaba en la foto, y de las dos Lolas, las abuelas paterna y materna del testigo de esta historia. Faltaban dos días para el Domingo de Ramos y Curro Romero había tomado la alternativa en la plaza de toros de Valencia. El hotel Ducal, que cerró sus puertas en 2010, cumple sesenta años. La madre de Íñigo Moreno (Sevilla, 1958), no está en la foto porque su hijo, uno de los seis del matrimonio, no había cumplido los tres meses. Íñigo fue el segundo y último director del hotel. El primero fue su padre. “En 1993 me hice cargo por dos motivos. Mi padre era muy mayor, nació en el 13 y tenía ochenta años, y yo estaba completamente aburrido de aguantar a unos y otros, es decir, a mis jefes”. Los jefes eran los políticos a quienes este periodista de carrera les escribía los discursos.

Casi diez años después de su cierre definitivo, “con 51 habitaciones, el mismo número de habitaciones con las que abrió”, la familia ha decidido vender y este edificio construido por los arquitectos Antonio Delgado-Roig y Alberto Balbontín seguirá teniendo uso de hotel. Ya no estarán los recuerdos, ni los muebles que diseñó el padre de Íñigo. Algunos los tiene en su apartamento de la calle San Vicente, donde estuvo el cine de los subtítulos: una mesa, un sillón, un galán, la cabecera de la cama.

Íñigo Moreno vive rodeado de libros. La historia del hotel no le tiene nada que envidiar a las novelas de Le Carré, Vargas Llosa o Miguel Ángel Asturias que pueblan sus estanterías. Fue fruto de un compromiso familiar. Su abuelo materno, José Blanco Benítez, de El Viso del Alcor, le adelantó a su hija, la mujer que no sale en la foto, el solar en concepto de herencia. Con el abuelo paterno, Eusebio Moreno, soriano de Estepa de San Juan –pueblo que su nieto Íñigo metería en la novela Una pareja peregrina–, avalaron los créditos para llevar a cabo el proyecto. Su abuelo paterno vivía en el hotel y murió en la habitación 42.

En la familia abundaron los indianos. Saturnino Moreno, hermano de su abuelo Eusebio, hizo las Américas y los detalles de su fallecimiento los recibió la familia en una carta de la empresa de pompas fúnebres de Puebla (México). Su bisabuelo Severino, abuelo de la mujer que no sale en la foto, había nacido en un pueblo de Pontevedra, El Rosal. Se fue a Cuba, hizo mucho dinero y se instaló en Sevilla. Su yerno, José Blanco Benítez, se convirtió en su apoderado y multiplicó “por mucho” su capital. Regentaba un almacén de coloniales y ultramarinos del que salían “trenes de azúcar” y un café familiar, Coblan, invertidas las sílabas de su apellido, “pero a mi abuelo lo que le gustaba era construir”. Construyó la manzana en la que residió toda la familia. “Su piso tenía hasta oratorio con altar”. Íñigo Moreno se hizo cargo del hotel un año después de la Expo 92. Vivió la primera de las crisis. No sobrevivió profesionalmente a la segunda. “En 2010 la crisis no fue sevillana, ni española, ni europea. Fue mundial y las obras de las Setas fueron el remate del tomate”. Ha revalorizado el precio del solar, aunque él hubiera preferido “un bosque ajardinado”.

En tiempos, el hotel tenía camareras sentadas en cada planta para atender la demanda de los clientes. Cuando Íñigo toma el relevo de su padre el hotel tenía 17 personas en plantilla. Guarda un recuerdo muy especial de Pepe Vázquez, que entró de botones con 14 años el 5 de octubre de 1962 y se fue casi medio siglo después como jefe de recepción. “Su madre le compró sus primeros pantalones largos. Venía sin estudios y aprendió hasta a escribir cartas en inglés”.

No le fue fácil rescatar la historia del hotel que dirigió. “Mi padre no era partidario de mezclar los negocios con la familia”. Íñigo Moreno nació en la Cruz Roja de Capuchinos, “la misma clínica donde murió mi madre”.La Lola que no sale en la foto. El año que tomó la alternativa Curro, ganó Bahamontes el Tour y Severo Ochoa el Nobel de Medicina.

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