Calle rioja

Cine Cervantes: el cura y el barbero

  • Hidalgos. El autor del 'Quijote' da nombre al decano de los cines. A su lado trabajan un cura que da clases de Religión en el San Isidoro y un barbero escritor con yelmo de Mambrino.

EL cura y el barbero nunca hicieron el donoso escrutinio con la biblioteca de nadie, esa primorosa profecía del Farenheit a la que se adelantó en varios siglos Cervantes. El cura y el barbero parecen dos personajes de Graham Greene: los dos se mueven en motocicleta, sus rocinantes motorizados. Nunca hicieron de su casco ni yelmo de Mambrino ni bacía de barbero. El cura recuerda que hace años fue cliente de este barbero. Los dos trabajan junto al cine Cervantes, el último mohicano de la filmografía.

Manuel Melado (Sevilla, 1940) cambió en 1982, cuarto año del pontificado de Juan Pablo II, el Alameda Multicines por el cine Cervantes. Desde entonces lleva con la barbería en los impares de Amor de Dios. En los pares está el instituto San Isidoro, el más antiguo de Andalucía, donde fue alumno desde los 11 años Pedro Juan Álvarez Barrera (Sevilla, 1957), centro en el que ahora es profesor de Religión. "Mi profesor de Religión era Rafael Bellido Caro, que fue obispo auxiliar de Sevilla y se convirtió en el primer obispo de Jerez".

Ninguno de los dos se ha leído entero el Quijote, cuyo autor, Miguel de Cervantes, está en boca de todo el mundo porque mañana, festividad del Libro, se cumplen cuatro siglos de su fallecimiento. El cine Cervantes fue antes teatro y Pedro Juan lo asocia con la obra que vio Juan Salgado, antiguo alumno del San Isidoro que fue párroco de San Benito. "Me contaba que la obra de teatro que vio en el Cervantes decantó su vocación sacerdotal, porque él era delinenante".

Manuel Melado lo asocia con un musical desternillante de Cassen, aquel maravilloso Casto Sendra al que Berlanga le dio la batuta artística de Plácido. El cura y el barbero trabajan en Amor de Dios y tienen vínculos muy sólidos con la calle Feria. El profesor de Religión porque desde hace quince años es párroco de Ómnium Sanctórum; el peluquero perteneció a la Hermandad de Montesión, donde fue pregonero. No es párroco, pero sí parroquiano de Casa Vizcaíno, taberna señera de resonancia cervantina en la que recuerda un encuentro fortuito con Ian Gibson. El barbero comparía cerveza y altramuces con Abelardo Rodríguez, profesor de Filosofía del San Isidoro ya fallecido que era buen cliente de la peluquería.

El barbero, compositor de sevillanas y coleccionista de soleares, ha publicado 17 libros. El último, El Deseo, nombre de la productora de Almodóvar, es una novela erótica que le ha editado Punto Rojo y que vende con precios especiales para su distinguida clientela. El cura no ha publicado ningún libro. Si lo hiciera con algunas de sus homilías, la convertiría en best-seller. "Las escribo y las guardo todas. ¿Sabes por qué? Con 26 años llegué de párroco a Casariche, en la Sierra Sur, y llegó el alcalde comunista porque alguien le dijo que en la homilía había dicho que los de izquierdas iban al infierno. Le explicaron mal la lectura de San Mateo y desde entonces escribo las homilías y en vez de izquierda y derecha digo a la diestra y a la siniestra". Su versión de "con la Iglesia hemos topado".

Entra en la peluquería uno de los herederos de la propiedad del cine Cervantes (estos días ponen El héroe de Berlín), una sala que uno asocia con las adaptaciones cinematográficas del Quijote, el hidalgo encarnado por Fernando Fernán Gómez, Fernando Rey o Juan Luis Galiardo y sus respectivos escuderos: Mario Moreno Cantinflas, Alfredo Landa, Carlos Iglesias. La última película que vio el cura en el Cervantes fue La Pasión de Mel Gibson y está leyendo la exortación del Papa Francisco. "A los alumnos de bachillerato les he puesto la película del Papa en la que dice que Borges, aunque era agnóstico, rezaba todas las noches el Padrenuestro, no se sabe si para agradar a su madre o porque creía". Jorge Luis Borges obtuvo el premio Cervantes, la única vez que el galardón fue compartido, en su caso con Gerardo Diego, el poeta del 27 amigo de Belmonte.

El barbero, buen lector de la poesía de Rafael Montesinos y de Joaquín Caro Romero, está leyendo el segundo volumen del libro Triana, la otra orilla del flamenco, de su amigo Ángel Vela. Melado recuerda en este contexto cervantino que Triana tenía un bar con el nombre Dulcinea, especialidad en ensaladilla rusa, uno de los que aparecían en la novela de Arturo Pérez-Reverte La piel del tambor. El barbero veranea en La Antilla; el cura, en Isla Cristina. Además de la motocicleta, tienen en común la devoción por las playas de Huelva. En esas escapadas, Melado se lleva novelas de Estefanía; Pedro Juan prefiere los libros históricos. El profesor de Religión del san Isidoro, vecino del cine Cervantes, lee estos días cosas relacionadas con Ucrania, país al que se destinará la colecta dominical del domingo 24, el día después del centenario de Cervantes. "Los católicos de Ucrania fueron perseguidos por los zares, la iglesia ortodoxa y por Lenin".

Melado es experto en Cervantes; en Shakespeare lo es su hijo Antonio, que comparte la peluquería de Amor de Dios. El vástago se casó con una galesa que es profesora de Inglés en el San Francisco de Paula. El día del Libro hay nuevo duelo liguero y el domingo el derbi local. El cura y el barbero se bifurcan ahí: sevillista el primero, bético el segundo, que es como ser de Cervantes y de Avellaneda. El barbero se bautizó e hizo la comunión en San Julián. El cura recibió esos sacramentos en San Benito, donde también se confirmó y cantó su primera misa. El barbero acaba de celebrar las bodas de oro de su matrimonio. "Fue una boda coble en la Macarena y el convite se celebró en La Raza".

Entre el cine y la barbería está el gimnasio de Diego Poley. En la acera del instituto, un Wasabi japonés y el café-bar La Mariquilla. Anuncia todo tipo de tés, prensa diaria y zona de lectura. El cura y el barbero arrancan al unísono: En un lugar de la Mancha...

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