Domingo de feria: mil y un motivos para irse al real

Feria de Abril de Sevilla

Hay quien va a la Feria por amor y quien lo hace por una causa solidaria para que la disfruten niños en situación de desarraigo l La portada es la aduana de la fiesta, el libro está por escribir, historias inéditas

Un grupo de jóvenes brindan con manzanilla en el real de la Feria.
Un grupo de jóvenes brindan con manzanilla en el real de la Feria. / Antonio Pizarro

El Día del Libro fue antes de la Feria de Abril, en la campaña de las generales, alguna vez se unió con el día de la Madre: Carmen Conde, primera mujer de la Academia de la Lengua, ganó el Ateneo de Novela con la obra Soy la madre. La Feria del Libro vendrá después, se entrelazará con las municipales. Pero siempre detrás de una portada hay un libro. La portada de la Feria no iba a ser una excepción. Un libro que hay que leer aunque siempre esté por escribir.

Esta Feria se cruza también con los noventa años de la inauguración de la Exposición de 1929. El coche de caballos donde va a la Feria el embajador de Panamá se detiene junto a la torre del Oro. Pasará por la Plaza de Cuba. Recorrerá el real de la Feria, por donde ayer paseaba Ignacio de Cossío, cónsul de El Salvador en Sevilla, que el próximo 1 de junio viajará a ese país a la toma de posesión del nuevo presidente, Nayib Bukele, que como alcalde de San Salvador hermanó a la ciudad centroamericana con Sevilla. Panamá, Cuba, El Salvador... Y el cronista, como en las casetas de los amigos faltan éstos, que es como quedarse sin contraseña, cruza por Presidente Adolfo Suárez y le sale sola la esencia de República Dominicana cuando en la tapería El Baluarte le cobran por una cerveza y un reparador montadito de pringá 4,40... y Juan Luis Guerra.

Con tantos años de experiencia, la portada de Feria se ha convertido en un ejercicio de puro perspectivismo. Desde el inicio de Asunción, parece que está ahí al lado, ese bendito espejismo que canonizó Juan Ramón Jiménez cuando dijo que la torre de su iglesia de Moguer (Nuestra Señora de la Granada) vista de cerca parece la Giralda vista de lejos. La portada de lejos parece la Feria al lado mismo de la caseta.

Son miles las motivaciones para ir a la Feria. “Yo vengo a la Feria por amor”, dice Pepe Almoguera. Ha entrado en el real por Asunción y se va por la zona de los autobuses y las instalaciones del Mercantil. “A mí no me gusta la Feria, pero la mujer de la que estoy enamorado es muy feriante. Le gusta vestirse de flamenca, yo la acompaño, la dejo en su caseta y me voy”. A este personaje de la Alameda, paradigma de la tolerancia y de la cortesía, frente a tantos detractores por epatar, lo que de verdad le gusta es escaparse en verano a los pueblos de la Bretaña francesa.

Hay motivaciones solidarias. Ana Muñoz y Beatriz Sáinz-Pardo podrían disfrutar de la Feria como lo hacen tantas amistades suyas. Desde hace un par de años, recogen en un centro de la Fundación Luis Amigó de San Juan de Aznalfarache a once niños que no tienen familias de acogida y se los llevan a la Feria. A las cuatro niñas las visten de flamenca; los siete chavales llegan al real de punta en blanco. Los agasajan en una caseta de Juan Belmonte, bailan unas sevillanas y los llevan a la calle del Infierno. ¿Quién dijo Eurodisney? Los libros de la Feria que se escriben cada día, inéditos maravillosos, llenarían la Biblioteca de Alejandría o la torre de Babel del mismísimo Jorge Luis Borges.

Sur era el título de un poema de Borges. Es la fiesta total del Sur: Feria en Sevilla, patios en Córdoba, motos en Jerez. Habrá foráneos o nacionales que disfruten de los tres acontecimientos en los municipios donde hace cuarenta años se estrenaron como alcaldes Luis Uruñuela, Julio Anguita y Pedro Pacheco.

En la caseta Los de Incógnito no se ve a Reyes de la Lastra. Estará de incógnito. Desde dentro, el panorama es un puro cartel de esta pintora de sensibilidad tan marcada. No está ella, el doctor Heliodoro Murillo hace las veces de anfitrión. Adora la Feria. Dice que Sevilla tiene dos Semana Santas. Llena la copa de Elisa, amiga afincada en Cáceres y nacida en San Vicente de Alcántara, pueblo que vive de la exportación del corcho. Hay socios de Madrid que vienen en el caballo de hierro de la Alta Velocidad y también está Carlos Rosado, fundador de la Andalucía Film Commision. El libro está por escribir, la película por hacer.

Qué buen nombre de una caseta: El Milagro de la Feria

El domingo de Feria se ha asentado como segundo día de la Fiesta. El vaivén es el principal medio de transporte. Los más jóvenes van y vienen de la Feria a los toros y viceversa, algunos incluso aparecen en el real con las almohadillas de la Maestranza. Una caseta se llama El Milagro de la Feria y bien llamada que está. Es verdaderamente milagrosa la convivencia del trasiego de coches de caballos con feriantes que caminan, abuelos pendientes de los niños, algunos muy pequeños que juegan a las pompas de jabón o se emboban cuando ven pasar por Antonio Bienvenida esquina con Pascual Márquez a una escuadrilla de la Guardia Civil a caballo con uniforme de gala. Como si el Heraldo se hubiera dejado parte de la correspondencia. Día espléndido y miles de extranjeros. Lola Pons, teórica del paisaje lingüístico, invita a los amigos a su caseta en la calle Manolo Vázquez, hermano de Pepe Luis. Alguien reta a buscar dos palabras más hermosas que Te amo (en italiano, Ti amo, suena a gloria: las únicas que sabía Ingrid Bergman para Rosellini) y el Rancio Sevillano propone: Pascual Márquez. Las gitanas de los buñuelos no paran en su círculo velazqueño. Parece un cuadro de García Ramos.

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