Dueño de su novela, esclavo de su personaje

LOS castellanos son como las moscas en verano...”. La frase, atribuida a Fernando de Magallanes en la novela La forma del mundo, sonaba hercúlea, persuasiva en la voz de Antonio Dechent, que trasladó al auditorio a 1519 en su lectura de la novela de Tato Cabal. Magallanes se dirige a su esclavo Enrique, un personaje tan marginal como real, a quien el portugués que capitaneaba la flota dejó en su testamento la libertad y diez mil maravedíes.

Esta novela trufada de historia pero alejada de los cánones de la novela histórica, tiene curiosos derroteros teatrales. Si fuera una película, el reparto lo encabezarían dos actores andaluces, el choquero José Luis Gómez y el trianero Antonio Dechent. Como Fernando Rey y Alfredo Landa en el Quijote de Gutiérrez Aragón, Gómez, con la cojera de Fez por exigencia del guión, podría encarnar a Magallanes y Dechent a Enrique de Malaca.

La forma del mundo (Bolchiro) se presentó en la Cilla del Archivo de Indias, a una calle, Santo Tomás, de la exposición El viaje más largo que conmemora la primera vuelta al mundo. Esta presentación literaria fue el primer acto de Pilar Lázaro de la Escosura, hija y nieta de libreros, como nueva directora del Archivo de Indias. Su predecesor, Manuel Ravina, ya jubilado, cambió Sevilla por Cádiz, como la Casa de la Contratación en 1717.

Paco Cerrejón, nombrado por el Ayuntamiento para coordinar la conmemoración, representó al Consistorio. La presentación corrió a cargo de Juan Gil, catedrático de Filología Latina, académico de la Lengua, institución en la que ocupó el sillón de la e minúscula de Miguel Delibes. Un asiento idóneo para presentar una novela. El libro le llegó por un conducto inesperado. Un compañero de la docta casa, el actor José Luis Gómez, le dio un ejemplar con una cuerda marinera en la portada hecha por Violeta Cabal.

Juan Gil publicó en Alianza Editorial la trilogía Mitos y Utopías del Descubrimiento. El segundo volumen lo tituló El Pacífico. El océano de Magallanes. El de Elcano sería el Índico. Este profesor y académico sabe tanto de Enrique de Malaca que vinieron a Sevilla desde una televisión de Malasia para grabarle con motivo de una serie que están preparando en ese país sobre este personaje fiel y enamoradizo que pasa por las diversas escalas del viaje y del libro: Polaune, Lisboa, Sevilla, Cebú, Manipa.

Juan Gil llegó a este anexo del Archivo de Indias acompañado de Consuelo Varela, la americanista que editó los diarios de Cristóbal Colón, considerados como el primer best-seller de la historia. Varela fue conservadora del Alcázar, el palacio real donde se casó Carlos V, el rey que le dio luz verde a este viaje.

Tato Cabal encontró un manantial de datos para su historia cuando leyó el libro de Juan Gil El exilio portugués en Sevilla. De los Braganza a Magallanes. El prólogo del libro es del historiador José Álvarez Junco, premio de Ensayo con Mater Dolorosa. Tato Cabal no se fía mucho de la coyunda de novela e historia. Los sueños de esa sinrazón sí que pueden producir monstruos. Algunos dice que se los habría regalado a Pepe Carvalho “para que le dieran fuego a su chimenea”.

En los idilios de novela e historia considera modélico Mister Wytt en el cantón, de Ramón J. Sender. Dechent volvió a colocarse el ropaje de esa época que lució en la película Oro, de Agustín Díaz Yanes, adaptación de un relato de Pérez-Reverte. El oro de Magallanes era el clavo. Y su mejor tesoro, este esclavo con el que viajó desde Lisboa a Sevilla.