Espadas reclama el patrimonio socialista

Presentación del candidato del psoe

El alcaldable se presenta con la promesa de situar en el centro de su gestión a los parados y avisa del riesgo de que otros recojan ahora el voto del descontento

Foto: Juan Carlos Vázquez
Foto: Juan Carlos Vázquez
María José Guzmán

08 de noviembre 2014 - 13:48

El no va más para Juan Espadas fue que ayer le acompañara en el acto de presentación de sus credenciales como candidato a la Alcaldía de Sevilla la plana mayor de su partido: Pedro Sánchez, Susana Díaz y Verónica Pérez. Además de poco más de un millar de militantes, también representantes de entidades locales con quien ha venido trabajando en este mandato, y hasta su profesor del colegio, Enrique Corona, todos reunidos en un escenario montado en Fibes para dar calor. El ideal para la estrategia de un político que, tras cuatro años de carrera por la Alcaldía, ha conseguido que en su partido le vean ya cara de alcalde. Así lo miró ayer la secretaria general de los socialistas andaluces, la presidenta Susana Díaz, que le previno de las patadas en las espinillas que recibirá de sus rivales en la campaña del 24 de mayo, convencida de que ganará porque, como ella, está "enganchado a Sevilla".

Y a Espadas le sobraron motivos -dijo él- para sentirse orgulloso. Solemne, anunció al auditorio que quiere ser el alcalde de Sevilla, "el que la ciudad necesita para salir de su ostracismo y estancamiento". Y explicó que se presenta de nuevo a la Alcaldía porque él cree que puede hacer mucho más, porque tiene ideas y es capaz de asumir "el deber cívico" de transformar la ciudad, como ya lo hicieron otros alcaldes socialistas, entre ellos, Manuel del Valle, a quien agradeció su presencia. Tal vez por vez primera, en público, Espadas reivindicó la herencia de los socialistas en Sevilla, que según él va más allá de la losa que el actual gobierno del PP le recuerda con insistencia: "¿Deuda? Yo veo equipamientos e instalaciones de las que disfrutan hoy los sevillanos y que hicieron otros socialistas, mientras que el actual alcalde ha obtenido superávit en las cuentas porque no ha gastado un euro en la gente".

El cambio que Espadas promueve tiene que ver con las personas más que con las infraestructuras, en una etapa en la que falta dinero público. El candidato adelantó que prefiere "hacer una sola cosa, pero hacerla bien" y apuntó que poner a los 90.000 parados que registra la capital en el centro de su gestión será su reto.

Espadas hizo alarde de su conocimiento de la ciudad y de sus casi cuatro años de trabajo en la oposición, que le han dado para conocerse, de memoria dice Susana Díaz, la ciudad. Así, en una táctica que repite desde hace unos meses, el candidato hizo un recorrido por los principales problemas de Sevilla, desde la falta de vivienda a la de recursos asistenciales o el paro, citando por su nombre de pila a militantes y vecinos presentes en el acto. "Héroes de barrio", mujeres en su mayoría, con los que quiere trabajar en el gobierno. Guiños para sumar una mayoría que le permita gobernar. Y una advertencia a la militancia, para que no preste más su voto y sea consciente del peligro, según Espadas, que entrañan que "otros lleguen ahora a recoger ese descontento sin haberse pateado los barrios y digan que van a venir a arreglar la ciudad desmantelándolo todo". "Los dos son lo mismo, ni de derechas ni de izquierdas", dijo en referencia a Podemos y Ganemos.

Espadas se comprometió a cumplir su palabra pero, por ahora, sólo ha esbozado ejes de su programa. Nada concreto, salvo que todos los que formen parte de su equipo se van a someter a un duro control ético en un empeño por evitar más casos de corrupción y salvaguardar la dignidad de los concejales. Esta hoja de ruta se basará en buscar el consenso con los vecinos, en atender los barrios y contar con sus representantes en la nueva organización del Ayuntamiento que prevé, un modelo de ciudad en el que la economía social tendrá la voz cantante y donde la obsesión deje de ser la multa.

Orgulloso de ser socialista, Espadas desvió mucha atención en reprobar a Juan Ignacio Zoido, a quien irónicamente Susana Díaz comparó con el pequeño Nicolás, por sus continuas apariciones en saraos. Una crítica que Pedro Sánchez llevó imprudentemente al extremo al asegurar que cuando salga Zoido volverá la decencia a la Plaza Nueva. Quedan seis meses de pelea, que no son nada.

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