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  • Alfonso Guerra se estrena el jueves como académico de Buenas Letras con una sesión sobre el ‘Ulises’ de Joyce, un día después de hablar de Antonio Machado en el Ateneo

Alfonso Guerra en un acto.

Alfonso Guerra en un acto. / julio gonzález

Por primera vez aparece su nombre como miembro de la Academia Sevillana de Buenas Letras. Alfonso Guerra (Sevilla, 1940) entra en la docta institución con el Ulises de Joyce. Nuevos aires para la casa de los Pinelo, aunque el diálogo que mantendrá con ocasión del centenario de la aparición de la novela del irlandés (2 de febrero de 1922, día que cumplía 40 años) con el escritor y publicista Antonio Cascales tendrá lugar en la Sala Machado de la Fundación Cajasol. Será el 24 de febrero a las siete y media de la tarde.

Hablando de Joyce en la Sala Machado. Y la víspera, 23 de febrero, Guerra abrirá en el Ateneo de Sevilla, que estrena presidencia, un ciclo sobre los Hermanos Machado. En el año que se cumplen 75 años de la muerte de Manuel y un día después de un nuevo aniversario de la muerte de Antonio en Colliure. Población que Guerra tuvo ocasión de visitar cuando en 1974 asistió en Suresnes al congreso del PSOE que hizo a Felipe González secretario general de los socialistas. Con la misma edad a la que Joyce celebró su cumpleaños con los primeros ejemplares del Ulises, los 40 años de Alfonso Guerra le llevaban en el otoño de 1982 a la vicepresidencia del Gobierno tras el triunfo en las elecciones del 28 de octubre.

Guerra nace el día de San Fernando de 1940. Un año después de la muerte de Antonio Machado (Sevilla, 1875-Colliure, 1939); un año antes de la muerte de James Joyce (Dublín, 1882-Zúrich, 1941). El primero llega a Francia huyendo de la guerra civil española. Cruza la frontera de Port Bou el 27 de febrero de 1939 con su madre, Ana Ruiz, trianera de la calle Betis, con su hermano José y su cuñada Matea. Joyce sale de Francia en diciembre de 1940 huyendo de la Segunda Guerra Mundial con dirección a Zúrich, donde vivió los años que duró la Primera.

Las vicisitudes francesas de ambos fueron muy diferentes, pero en cierta forma y en momentos distintos París significó una meca cultural, la Nueva York de finales del siglo XIX y principios del XX. Antonio realizó tres viajes a París. El primero, en 1899, siguiendo los pasos de su hermano Manuel, y, como él, trabajará de traductor para la casa Garnier, tiempos del caso Dreyfuss, la Exposición Universal y el auge del simbolismo; el segundo, en 1902; el tercero, en 1911. Cuatro años antes ha obtenido la cátedra de profesor de Francés en Soria y viaja a la Ciudad de la Luz con una beca para estudiar filosofía francesa y asistir a las clases de Henri Bergson. “Este Bergson es un tuno / ¿verdad, maestro Unamuno?”.

Este tercer viaje no lo hace solo. Le acompaña Leonor, su esposa, que sólo tiene 18 años. Cuando planeaban un viaje a Bretaña, el 14 de julio de 1911 la joven sufre una hemotisis. Es la fiesta nacional en Francia y Machado recorre París sin encontrar un solo médico. Con ayuda de Rubén Darío, regresan a Soria, donde Leonor muere el 1 de agosto de 1912. Una semana antes, Machado ha recibido el primer ejemplar de Campos de Castilla. Su hermano Manuel hace gestiones para que consiga plaza en un instituto de Madrid y la consigue en Baeza, donde vivirá hasta 1919. Un año después llega James Joyce a París.

Cuando Machado viajó a Francia con Leonor, en 1911, el escritor irlandés vivía en Trieste, donde regentaba un cine, el Volta. En Francia vivirá durante veinte años, equivalentes a ocho capítulos en la biografía de Richard Ellmann. En 1939 termina la guerra en España y Europa se va a convertir en escenario de la Segunda Guerra Mundial. Joyce acaba de terminar Finnegans Wake, que según Francisco García Tortosa era su obra más compleja. “Mejor que se apresuren”, dice Joyce a sus editores, “va a empezar la guerra y entonces ya no habrá nadie que lea mi libro”. Si Machado hizo ese viaje a París con Leonor, Joyce llegará con Nora Barnacle, su esposa, que un día le dijo, según cuenta Ellmann: “Bien, Jim, no he leído ninguno de tus libros pero algún día voy a tener que hacerlo porque teniendo en cuenta lo que se venden deben de ser buenos”.

En París se cambian de piso y después se fue a un hotel. Su compatriota Samuel Beckett le ayudó a trasladar los libros. En noviembre de 1939 los rusos han invadido Finlandia y Joyce se pregunta: “¿para qué sirve esta guerra?”. A diferencia de Machado, Joyce y Nora sí pudieron viajar a Bretaña en un clima prebélico. En un restaurante lleno de soldados ingleses y franceses levantaron a Joyce en volandas para que cantara La Marsellesa.

Dos vidas cruzadas en la vertiginosa agenda de Alfonso Guerra. Machado y Joyce, casi contemporáneos. La Andalucía del poeta sevillano es más de interior (Úbeda, Baeza…), más castellana; la de Joyce en el monólogo de Molly Bloom es una Andalucía de litoral, mora y luminosa: Tarifa, Algeciras, La Línea, Gibraltar.

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