Sevilla

Mata a puñaladas a su mujer y se tira por la ventana en Los Pajaritos

  • La víctima, Cristina Maestre Real, de 29 años y madre de dos niños pequeños, no continuó dos procesos judiciales por malos tratos abiertos contra su marido y renunció a una orden de alejamiento

Un joven de 27 años mató ayer a puñaladas a su esposa en Los Pajaritos e intentó luego quitarse la vida arrojándose por la ventana desde un cuarto piso. La víctima, Cristina Maestre Real, de 29 años y madre de dos niños pequeños, es la segunda mujer que muere en España a manos de su pareja en lo que va de año y había denunciado en dos ocasiones anteriores al presunto parricida, Pedro C. M. Éste fue operado de urgencia en el Hospital Virgen del Rocío, donde sigue ingresado con traumatismos torácico, abdominal y pélvico, además de una rotura del bazo y fracturas costales, de escápula, de tibia y de fémur.

La pareja residía en el cuarto piso del número 46 de la calle Cigüeña. El crimen pudo cometerse durante la madrugada o a primera hora de la mañana, ya que la víctima llevaba entre 14 y 24 horas muerta cuando fue hallado el cuerpo. A las tres menos cuarto de la tarde, el parricida llamó al 112 para avisar que se iba a arrojar por la ventana. Un patrullero de la Policía que estaba circulando por una calle cercana se acercó y pudo comprobar cómo el hombre había cumplido su amenaza y había saltado desde el cuarto piso. Todavía consciente, el parricida informó a los agentes que le atendieron de que había matado a su mujer y de que el cadáver de esta se encontraba en su casa.

Los policías comprobaron la veracidad de estas palabras y descubrieron a Cristina tumbada en su cama en posición de decúbito supino, boca arriba, y con múltiples heridas en todo su cuerpo causadas con un cuchillo de grandes dimensiones. El agresor fue detenido mientras permanecía tendido en el callejón hacia el que da la ventana por la que se arrojó. Los servicios de emergencias sanitarias certificaron la defunción de la mujer y trasladaron a su marido al hospital Virgen del Rocío.

Según informaron ayer a este periódico algunos familiares, Pedro C. M. tenía problemas con las drogas desde hace años y hasta hace tan sólo un mes había estado ingresado en un centro de desintoxicación. Cristina le había denunciado en dos ocasiones por malos tratos, una en el año 2005 y otra en verano de 2008, pero le había perdonado recientemente porque Pedro le había prometido que no iba a volver a consumir.

La víctima había renunciado a declarar contra su marido en dos ocasiones e incluso retiró la petición de orden de alejamiento que había formulado. Los parientes de esta mujer aseguran que los malos tratos eran habituales, sobre todo cuando Pedro consumía drogas. "Cristina le ha dado muchas oportunidades, estaba enamorada de él pese a que le pegaba cada vez que venía encocado", coinciden los familiares.

La pareja tenía dos hijos, Pedro y Yeray, de 7 y 2 años, y había perdido aotro bebé anterior por una muerte súbita. Los niños no se encontraban en ese momento en la casa, ya que habían sido recogidos del colegio por una mujer que los cuida. La víctima tenía una pequeña tienda de comestibles situada en un piso bajo de la calle Mirlo, precisamente la misma en la que en diciembre de 2005 Enrique Ramírez mató de un tiro en la cabeza a su novia, Susana Vega.

Con su tienda, Cristina mantenía a la familia, ya que el parricida no tenía trabajo. El padre de la víctima se enteró del fallecimiento de su hija precisamente por los periodistas que fotografiaban la puerta del negocio, donde un anuncio de venta de hielo coincidía con el cartel de Marta del Castillo, la joven de 17 años desaparecida desde el 24 de enero.

En la calle Cigüeña no se levantó el cadáver hasta pasadas las seis de la tarde. Una manta y una mancha de sangre delataban el punto exacto en el que cayó Pedro tras arrojarse por la ventana, que todavía tenía las rejas abiertas y por la que ondeaba una cortina de color rojo. En la calle coincidían los llantos de los familiares con las decenas de curiosos. Desde octubre de 2007, cuando fue asesinada la profesora Sara Rubio en Bellavista, no moría ninguna mujer víctima de la violencia de género en Sevilla.

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