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Homenaje Celebración especial en la Iglesia de Santa Ana de la calle Pureza

Medalla a dos trianeros ejemplares

  • El mudo de Triana, Francisco Rodríguez, y la camarera de Santa Ana, Ramona Santos, son condecorados por el Vaticano con la Cruz Pro Ecclesia et Pontifice por "sus obras y servicios" en la parroquia del barrio

El barrio de Triana se volcó ayer en el Día de Todos los Santos con dos de sus personajes más queridos y entrañables que han dedicado toda su vida al servicio de la parroquia y de la hermandad de la Esperanza. "Hoy mejor que nunca podemos decir que este hermoso templo es la catedral de Triana", declaró emocionado el párroco Manuel Azcárate minutos antes de que el cardenal Amigo Vallejo colocara, en nombre del Papa, sendas cruces Pro Ecclesia et Pontifice en las solapas de el mudo de Santa Ana, Francisco Rodríguez Moreno, y de la camarera de la Virgen, Ramona Santos Monge.

Azcárate elogió la fidelidad y la constancia de ambos en el servicio a la Iglesia antes de trazar una semblanza de los dos homenajeados. De Ramona, nacida en Sevilla el 30 de abril de 1918, de acción católica, madre de tres hijos y viuda de uno de los Murillo de la saga de farmacéuticos, destacó la "dignidad y el decoro" con que ha ejercido cerca de setenta años como camarera de Santa Ana, además de subrayar su condición de mujer "ejemplar y de probada fe".

De Francisco Rodríguez, nacido el 15 de febrero de 1933 de "humildes y buenos gitanos" en un corral de vecinos a menos de cien metros de la parroquia y huérfano desde muy joven (su padre fue asesinado en la Guerra Civil cuando él tenía cinco años y su madre murió luego de forma repentina), resaltó "el amor, la humildad y la generosidad con que hace todo". Ahora está débil de salud y lo han ingresado en la Cruz Roja de Triana (ayer recibió el alta temporal para acudir al acto de su homenaje), pero el mudo de Santa Ana ha hecho de todo: campanero, guardián, albañil, encargado de limpieza y hasta ayudante en el altar en la parroquia que lo acogió desde niño al quedarse sin familia.

El cura Azcárate explicó a los presentes que una de las mayores satisfacciones de Francisco es verse ahora retratado en el rostro de la figura de San Pedro que preside el coro de la iglesia trianera y, sobre todo, saber que buena parte de las llaves que porta el santo son las mismas que él mismo llevó durante años. Esta escultura, realizada por uno de los alumnos de la escuela taller, fue ayer bendecida por el cardenal Amigo Vallejo. Minutos antes de empezar la ceremonia, el mudo no dudó en posar orgulloso para los fotógrafos junto a su busto.

Al acto de homenaje, que se prolongó durante más de hora y media, asistieron cientos de personas entre las que figuraban las Hijas de la Caridad de Triana que cuidan ahora de Francisco Rodríguez, familiares y amigos de los condecorados, así como representantes de varias hermandades de Sevilla. La celebración se inició sobre las 12:30 con una eucaristía presidida por el cardenal Amigo Vallejo, quien en su homilía -interrumpida por ciertos problemas técnicos con el micrófono que casi le obligan a encomendarse a algún santo- hizo hincapié en las personas cotidianas que dan ejemplo con sus vidas, como los padres de cada uno. Una fotografía de medio metro del Papa ocupaba ayer un lugar preferente del altar de la parroquia.

El cardenal elogió la "generosidad sin límite" del mudo de Triana, le transmitió el cariño que le tiene el Papa Benedicto XVI -se llevó la mano al corazón- y bromeó con él. Un miembro de la hermandad deseó que Francisco y Ramona se conviertan en ejemplos que aviven en los trianeros el deseo por imitarlos, que sean espejos en los que mirarse.

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