"El Metro nunca se hubiera hecho de no haber llegado un alcalde socialista"

Soledad Becerril

La primera ministra y alcaldesa de la etapa democrática sigue en la política activa diez años después de abandonar el escenario municipal, pero se resiste a dar lecciones y se mantiene fiel a su idea de una Sevilla verde y cuidada en los detalles.

"El Metro nunca se hubiera hecho de no haber llegado un alcalde socialista"
"El Metro nunca se hubiera hecho de no haber llegado un alcalde socialista"
María José Guzmán

07 de noviembre 2010 - 05:03

Soledad Becerril (Madrid, 1944) fue la primera ministra de la etapa democrática en España y también la primera, y por ahora, única alcaldesa de Sevilla. Filóloga de profesión, lleva 36 años dedicada a la política. Tras 12 años en el Ayuntamiento -cuatro en la oposición y ocho en el gobierno, junto con el PA- ha vuelto a la política nacional, primero como senadora y ahora como diputada por la provincia de Sevilla. Rechaza hablar de su vida privada y se resiste a valorar a otros alcaldes y gobiernos. Cree que eso sería una postura demasiado fácil y ella presume de prudente y valora mucho la modestia.

-¿Le siguen llamando alcaldesa por la calle?

-Algunas veces, algunas personas.

-Figura como una de las políticas mejor valoradas en Sevilla. ¿A qué cree que se debe?

-Cuando nos preguntan por nuestro legado, seguro que hay alcaldes a los que les gusta decir yo hice la torre más alta, el puente más grande... Yo creo que nosotros, y lo digo en plural porque fuimos un equipo de gente, del PP y del PA, honesta, trabajadora y competente, dejamos el recuerdo de una buena administración, seria, solvente, austera, muy entregada y nada mediatizada por el PP.

-¿Usted siempre tuvo una idea muy clara de Sevilla? Escribía de ella antes de ser alcaldesa...

-Es difícil tener las cosas muy claras en la vida. Hay que meditar mucho y también tienes que equivocarte, de hecho te equivocas. Pero, en términos generales, sí tenía una idea. Aparte de que llevaba ocho años ya en el Ayuntamiento, había leído mucho sobre la ciudad y la conocía bien porque la había pateado. Y había tenido ocasión de preguntarle a muchas personas, a historiadores y sociólogos.

-¿Y esta ciudad de hoy se corresponde con la que ideó?

-Hay gobiernos mejores y peores y se dejan buenos o malos recuerdos.

-¿Los de ahora son peores?

-Bueno...

-¿Su proyecto de ciudad coindice con el del actual candidato del PP?

-Hay similitudes, pero él es quien debe explicar su programa. A mí me parecía entonces, y me lo sigue pareciendo hoy, que la ciudad es la suma de muchas pequeñas cosas que al final le hacen al ciudadano decir qué bien, o qué mal, está esta ciudad.

-¿Y esas pequeñas cosas se han cuidado en estos últimos años?

-Yo creo que no. Se hacen grandes obras, algunas absolutamente disparatadas, y algunos piensan que con ello van a pasar a la posteridad.

-Al hablar de esas obras disparatadas ¿se refiere a las setas?

-Ese proyecto es un disparate. ¿Tanto dinero para un mercado?

-En su mandato también se habló de un gran edificio, moderno, el de Moneo en el Prado. Finalmente no pudo salir adelante.

-No... (silencio). Pero dejamos una ciudad en buen estado, con buenas infraestructuras, con la carencia del Metro, eso lo reconozco siempre. Y bien que luché por ello. Pero fue un muro imposible de flanquear proque el PSOE no quiso en ningún momento plantear esa cuestión. Era una infraestructura transferida a la comunidad autónoma y no hubo manera alguna de plantearlo con la Junta.

-¿Por qué?

-El consejero de Obras Públicas y Transportes, el señor [Francisco] Vallejo, era tan reacio que tardaba seis meses en conceder una entrevista a la alcaldesa, que tenía un despacho a 500 metros del suyo. Tenían decidido que mientras no hubiera un alcalde socialista no habría Metro en Sevilla.

-La apuesta más fuerte fue la de un andalucista, Alejandro Rojas Marcos, ¿no?

-Si no hubiera habido un alcalde socialista no se hubiera hecho. Bueno, no sé si se hubiera hecho, a lo mejor... pero hubiera tenido unas trabas enormes. Que se lo digan al alcalde de Málaga o de Granada, las luchas que tuvieron... Yo he sido protagonista de esas batallas. El PSOE tenía muy claro que hasta que no tuvieran el gobierno de la capital aquí no habría Metro.

-Su inauguración ya le cogió fuera de la política municipal. ¿No tuvo la tentación de volver en 2007?

-Pude haberlo intentado, hubo conversaciones. En resumen, pudo haber sido, pero no fue.

-Y surgió otro candidato, Zoido, hasta entonces desconocido.

-Creo que fue una buena decisión elegir a Juan Ignacio Zoido, que luego fue el ganador en número de votos y concejales. Fue un buen candidato, está haciendo un magnífico trabajo en la oposición y será el próximo alcalde.

-Le pasó como a usted, fue la lista más votada pero necesitó un pacto. Usted lo logró, él no.

-Yo creo que será el próximo alcalde y será un buen alcalde. Es una persona sensata, con buena cabeza, modesta, en el sentido de que no quiere pasar a la posteridad, sino hacer las cosas bien. Es un correcto y realista. Hay que dejarse de megalomanías y delirios de grandeza que tienen algunos.

-¿Echa en falta mayor sensatez?

-Sensatez y cordura, en Sevilla y en el Gobierno de la nación.

-¿Qué más le falta a Sevilla?

-Ambición para ser más, para competir y obtener más cosas. Y nos sobra resignación, conformismo; la gente acepta las cifras del paro, del abandono y fracaso escolar, de chapuzas, de corruptelas y de corrupción...

-Hablando de ambición, ¿cree que algún partido podrá obtener una mayoría absoluta?

-Yo creo que sí es posible. Pero eso exige mucho trabajo y hacer las cosas bien. Es justamente lo contrario de la resignación de la que hablábamos, es ambición y yo creo que Zoido lo va a conseguir.

-Si no la consiguiera, el PP tendría muy complicado gobernar, ¿no?

-Yo no me adentro ahí.

-Los pactos son difíciles.

-Sí, lo que es difícil es la convivencia de la coalición. Hay que saber sobrellevarla simplemente.

-Alejandro Rojas Marcos, que gobernó ocho años con usted, comenta que a él le resultó fácil.

-Pues tuvo mucha suerte. A mí me resultó complicada. Pero sobrellevamos la coalición y el resultado para la ciudad y los vecinos, en general, fue bueno. Entonces qué importan las dificultades...

-A veces se paga un alto precio.

-La Ley electoral establece la posibilidad de coaliciones porque es una ley que no otorga mayorías. Se hizo en el año 79 para que hubiera una amplia representación. Era normal en el momento de la Transición. Con el paso del tiempo aquella ley se ha convertido en algo que permite que partidos muy minoritarios sean los que decidan los grandes asuntos. Y esto los vecinos lo ven mal.

-¿Habría que cambiar la ley?

-Ha llegado el momento, ahora la gente quiere que gobierne aquella persona que ha tenido mayor número de votos, tan sencillo como eso. Eso hay que conseguirlo, pero hay dificultades.

-¿Cuáles?

-Sólo me referiré a una: cambiar la ley requiere del acuerdo del PSOE y al PSOE eso no le gusta porque tiene en un número muy alto de ayuntamientos la posibilidad de pactar con IU o con los restos de IU. Por ejemplo, en Sevilla capital.

-A veces hay que ser muy generosos con esos partidos minoritarios. ¿Lo fue usted?

-Lo hecho, hecho está. Las circunstancias cambian y aquello lo hicimos así. Es posible que nos equivocáramos. No lo sé, pero el resultado fue bastante aceptable y ahí está.

-¿Por qué no fue posible reeditar el pacto en el 99?

-El PP obtuvo más del doble de concejales que el PA. Y, sin embargo, el PA quería responsabilidades que sólo pueden corresponder al partido mayoritario. Quería algo que no podíamos ni debíamos concederle: las áreas más importantes en aquel momento y las más decisorias. Y el PSOE aceptó.

-¿No intervino en esa negociación la dirección de su partido?

-El partido compartía los argumentos y la decisión la tomé yo.

-Y sólo estuvo un año más.

-Casi un año.

-¿Por qué se fue?

-Yo llevaba 12 años en el Ayuntamiento, yo no entré por una puerta y salí por la otra como tantos concejales... Creo que después de haber ganadado las elecciones municipales y no haber podido ser alcaldesa porque los andalucistas y socialistas me quitaron de en medio, lo mejor era que yo me marchara porque no quería estar incordiando, fastidiando, reprochando todo el día y diciendo que esto está mal y que yo lo hacía mejor... Eso es una posición muy cómoda desde el punto de vista personal y político.

-¿La oposición desgasta mucho?

-La oposición cansa, puede llegar a hartarle a uno, a entristecerle, pero desde el gobierno se pueden hacer muchas tonterías, disparates.

-Cuando fue alcaldesa, ¿temió alguna vez que la desbancaran?

-No le entiendo.

-Su entonces socio de gobierno, Alejandro Rojas Marcos, asegura que tuvo un ofrecmiento de Chaves para presentar una moción de censura y ser alcalde.

-Esas cosas son siempre posibles, pero cuando se hace un pacto, por decencia hay que cumplirlo. Allá cada uno con su sentido de la responsablidad. Yo no tengo duda de que los pactos hay que cumplirlos.

-¿Cree que hoy la política se vive y ejerce con otros modos?

-La política, como la sociedad, evoluciona y hay que hacer otras cosas diferentes. Eso es normal. Hay que mirar al pasado y no repetir los errores.

-¿Y los políticos de hoy están tan formados como los de su época?

-Es un discusión interesante y constante: ¿deben los políticos dedicarse fundamentalmente a la política o deben haber ejercido otra profesión? Sin embargo, cuando un político ha tenido una profesión enseguida se le busca algún asunto oscuro. Quitando la docencia, despacho no se puede tener, ser miembro del consejo de una empresa, tampoco... Pura contradicción.

-Pero cada vez es más frecuente el político que se consagra joven y hace su carrera en el partido.

-Sí. Algunos llegan a cargos importanes públicos por esa vía exclusivamente y tienen una escasa formación, incluso han abandonado su carrera universitaria, lo que es una pena.

-En su época también había muchas menos mujeres.

-Hoy hay muchas. Hay más mujeres en la política que en las empresas. En el Parlamento hay un 35% y en las Alcaldías hay muchas y lo hacemos bastante bien.

-Hemos tenido otras candidatas, como Rosa Bendala, de IU. Y ahora Pilar González, del PA.

-Sí, ha habido algunas. Rosa Bendala fue una buena concejal.

-El grupo de IU de antes era distinto al de ahora.

-Luis Pizarro es un hombre cabal, fue también un buen concejal, una persona con la que tenía buenas relaciones y entendimiento.

-¿Hoy le sería más complicado convivir con IU?

-Por lo que se ve desde fuera, sería imposible entenderse con los concejales de hoy.

-¿Mantiene usted relación con los de su mandato?

-Con muchos, y muy buenas relaciones, porque fue un equipo extraordinariamente bueno de personas competentes y abiertas. No había ni sectarismo, ni afán de ocupar los resortes del poder... No. Era un grupo de personas con sentido de servicio público. Y tuvimos también una colaboración extraordianria de los funcionarios. Teníamos poquísimos cargos de confianza, nos apoyamos en los funcionarios y el resultado fue muy bueno.

-Esto también ha cambiado hoy.

-No sólo en Sevilla. El número de empresas públicas, de agencias, de fundaciones, de sociedades montadas para quitar competencias y vigilar a los funcionarios es enorme. En Andalucía es una locura. Es parte del déficit que tenemos.

-¿Hace falta hoy más austeridad?¿También honestidad?

-Todo eso va unido.

-¿Tiene que ver con la entrada y salida de los juzgados de cargos públicos?

-Aquí eso no había pasado nunca. Desde el 79 no habíamos visto eso. Es algo verdaderamente chocante.

-¿Los mandatos largos favorecen esas situaciones?

-No es sólo cuestión de tiempo. Tres mandatos, como el que lleva el PSOE seguidos, son muchos pero no escuestión sólo de tiempo. Es algo que tiene que ver con la manera de ser, de pensar, de actuar.

-Una manera de gobernar que el PP quiere implantar en toda la provincia de Sevilla. La apuesta para las próximas elecciones es fuerte ¿no?

-Tenemos que ganar en Andalucía, lograr la mayoría absoluta. Y eso exige mucho trabajo, buscar candidatos idóneos, personas competentes, con afán de superación, con ambiciones. En Andalaucía el enfrentearse al PSOE no es sólo enfrentarse a un adversario político.

-Explíquese.

-El PSOE ha extendido un tejido sobre casi todo. Junto a las administraciones locales hay toda una tela del partido con cargos que son asesores, adjuntos de los adjuntos, asesores de los adjuntos... En los ayuntamientos y en las diputaciones. La Diputación de Sevilla es refugio de todos los cargos del PSOE que no han tenido otro acomodo. Y también se extienden el manto a las empresas privadas, instituciones económicas y empresariales.

-¿Qué consecuencias tiene esto?

-Si uno no está en buena sintonía con el PSOE ... tiene la vida muy difícil. Andalucía es enormemente dependiente de un sector público que está constitudo por el PSOE.

-¿Está usted tutelando a algún candidato?

-No. En ocasiones me piden opinión y yo encantada se la doy.

-¿Le pide consejo Zoido?

-Yo no he interferido ni aleccionado a nadie. Cuando uno está en un cargo puede demostrar cómo es y cómo lo hace. Y si a la gente que está en entorno le gusta, lo continúa.

-¿Su página en la política municipal ha pasado?

-Creo que sí, me sigue interesando mucho la ciudad porque es la mía, la siento y la quiero. Pero me cuesta hablar; incluso esta entrevista me cuesta y creo que va a ser la última en la que hable de la ciudad.

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