UNA casa dentro del Colegio de Arquitectos. Una casa etérea, de recuerdos, de evocaciones oníricas, llena de ausencias. De reconstruirla se ha encargado Teresa Lafita (Sevilla, 1957), a quien presentó Curro Gutiérrez Olivero, vocal de Actividades de la junta colegial.
La exposición se titula Aquella, la que fuera mi casa. 44 collages llenos de emoción y originalidad que dedica a José, su padre, el Pepín heroico de todas estas historias, Salud e Isabel, sus tías, todos ellos inquilinos de una casa, el número 1 del Patio Banderas, donde Teresa pasó los años de su infancia y juventud.
“Mi tía Salud muere en enero de 2018 y mi tía Isabel el 2 de noviembre. Mi tía muere y la casa se cierra para siempre el 3 de noviembre del año pasado. Un mundo que no volverá más, desapareció como desaparecieron los dinosaurios. Es triste, por eso he recurrido a la belleza para combatir tanta tristeza”. A Lafita, artista e historiadora del Arte, le sale de corrido el soliloquio.
“Artesanía pura”, “qué arte más grande”, “voy a recomendársela a mis amigos”. No cesaban los elogios entre las visitas, entre ellos el arquitecto Antonio Barrionuevo o el músico José María Maldonado, compañero de Teresa en las clases de Italiano. Idioma que practicó con el artista Antonio Zannone y el barítono afincado en Sevilla Luciano Miotto.
¿Dónde está Wally?, se pregunta Calderón de la Barca. Un retrato de Vittorio de Sica, otro de un sobrino-nieto de Van Gogh o de Antonello de Messina. Un gato que maúlla metáforas, la Giralda vista desde su balcón y la resurrección de sus tías. Del collage titulado El Camposanto a otro que llama Lázara. “Eran como mis madres o mis hermanas”. Y Teresa viaja con ellas a la infancia. Viajes con sus tías, derechos de autor de Graham Greene.
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